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SANTIAGO.- Asegura que iba a verlo, pero no pudo. Después de un rato sintió la necesidad de apagar el televisor. El escritor Enrique Lafourcade, insigne jurado "malo" de "Cuánto vale el show", quedó espantado con lo poco que vio anoche del regreso del programa.
"Es una idiotez. Una tontería. Me acordé de las cosas que hacíamos antes y esto que presentaron tiene las características de fiesta de fin de curso. Sin sorpresa, sin ingenio. El director supremo del programa, Caprile, está bastante tonto. Había una decadencia terrible. Los que han pasado los 40 ó 50 años tratan de volver a ser jóvenes, por la razón o la fuerza. Dígales usted que eso no funciona", dice.
-¿Y qué echó de menos del viejo programa?
-El humor blanco, limpio, con categoría poética, con cierta locura encantadora. No todas estas obscenidades y estupideces, y que tú te acuestas con éste, y tú tienes olor a poto. Esas cosas le encantan a Caprile y compañía. Y el tonto de Passalacqua, que está cada vez más ciego, el único capital que tenía eran los ojos. Tenía unos ojos medios celestes y con los años se transformó en Míster Magoo. Dígale que yo lo dije. Y las cosas que asevera parecen bobadas. Ya no distingue entre una cosa y otra.
-¿Se refiere a los comentarios a los concursantes?
-Sí, porque está más interesado en saber quién se acuesta con quién, quién traiciona a quién, todas esas idioteces. En realidad ese programa habría que cerrarlo.
-Ítalo Passalacqua tiene ahora el rol de jurado "malo", que usted desempeñaba en el antiguo programa, ¿cómo cree que lo hizo?
-Passalacqua con su picardía mixta, entre femenino y masculino, logra de repente acertadas opiniones, pero tampoco es una voz autorizada, porque con los años se ha ido desautorizando con gran entusiasmo.
-¿Y qué le pareció el desempeño de los otros jurados?
-A la Pamela (Díaz) yo la salvo un poco, porque está pensando, lleva varios años pensando y eso me parece positivo en una mujer. Los demás (Rodrigo Guendelman y Rip Keller) se podrían borrar tranquilamente. Que se vayan a la casa a ver "Cuánto vale el show".
-¿Nunca lo llamaron para ofrecerle ser jurado?
-Nunca. Y yo creo que lo que vimos ayer fue un ensayo de algo que se está deshaciendo, y los años de Caprile han seguido pasando y se están terminando.
-Imagino, entonces, que no le dieron ganas de estar en las sillas del jurado.
-De ninguna manera. Era una colección de seres castigados por el espíritu santo.
-¿Y le dieron ganas de regalar un libro a alguno de los concursantes?
-Había uno que otro, pero no duré mucho viendo eso. Lo apagué, no lo pude tolerar.
-¿Qué le parece que el programa se emita en horario estelar?
-No me parece adecuado. Yo creo que va a demorar mucho en funcionar. Antes el programa se repetía en la noche, pero se hacía al mediodía, llegábamos a los niños. Echaron a perder lo poco bueno que habíamos conseguido en la televisión.
-Y en este escenario tan caótico que describe, ¿qué recomendación le haría a los encargados del programa para mejorarlo un poco?
-Sorpresa, calidad intelectual, lenguaje con esplendor y hasta apariencia física.
-¿La escenografía no le gustó?
-No, parece un show de mala muerte de Valparaíso, anterior a la explosión. O tal vez después.