WIESBADEN, Alemania.- El Museo de Wiesbaden devolvió hoy a su heredera un cuadro del siglo XVIII que durante el nazismo fue incautado al coleccionista judío holandés Jacques Goudstikker, el comerciante de arte más importante en Holanda antes de la invasión nazi.
Se trata de un retrato de familia pintado por el artista holandés Cornelis Troost (1697-1750) y propiedad del curador de Amsterdam Goudstikker, quien en 1940 y ante la invasión de las tropas nazis huyó de Holanda para morir poco después en el barco que le llevaría al exilio.
Sus empleados vendieron la totalidad de sus propiedades y entre los compradores de unos 1.000 cuadros por la ínfima suma de 2,5 millones de florines se encontraba el mariscal del Reich Hermann Gring.
Gring subastó y vendió una parte de esa colección y en 1944 el retrato llegó a Wiesbaden, donde por fin hoy, después de varias décadas, la nuera de Goudstikker pudo recuperarlo.
La colección Goudstikker es considerada quizás la más importante de viejos maestros holandeses entre el siglo XV y el XIX. Tras la guerra fue entregada a Holanda.
Varias décadas después del fin de la Segunda Guerra Mundial, todavía no puede estimarse la cantidad de obras de arte del expolio nazi. Las restituciones son escasas y difíciles, los mecanismos de control de los cuadros y sus posibles herededos, deficientes, se quejan muchos.
Por ello, en Alemania hay abierto un fuerte debate al respecto, sobre todo porque los museos no quieren deshacerse de obras que adquirieron legalmente, defienden sus representantes.
Una de las devoluciones más polémicas fue la del cuadro más caro de la historia: el retrato Adele Bloch Bauer I, de Gustav Klimt, que fue restituido a su heredera, Maria Altmann, descendiente de una familia judía de Viena.
El cuadro pertenecía a un lote de cinco obras de Klimt. El año pasado, un tribunal en Viena dictaminó que seis décadas después de ser expoliado por los nazis, ese conjunto de cuadros, que se exponían en el museo de la Galería Belvedere de Viena, debía ser restituido a sus herederos.