SANTIAGO.- Antes de comenzar a recorrer el Museo de la Moda hay que esperar a que el ojo se acostumbre a la poca luz que alumbran los 136 vestidos que se encuentran agrupados en diferentes vitrinas y que están ordenadas por décadas.
Una iluminación tenue, que no daña las telas, alumbra los más diversos vestidos que van de un corsé del siglo XVII, un vestido de papel hecho por un conjunto de etiquetas de la marca Campbell, hasta piezas de los años 90, que son únicos y una verdadera obra de arte.
"El museo es realmente especial, sobre todo porque es el primero de su naturaleza en Latinoamérica. Es verdaderamente internacional", opina del Museo que se inaugurará esta noche la curadora Lydia Kamitsis, reconocida experta mundial en la materia y hasta 2003 asesora científica del Museo de la Moda y Textiles de París.
“A mí me ha tocado trabajar con muchos museos de primera calidad, incluyendo el que existe en París, y ciertamente este museo tiene el mismo nivel. Obviamente no tiene el mismo tamaño, pero sí hay algo diferente, que es que tiene alma, historia y presencia”, agrega Kamitsis, para la que “la moda no es solamente algo frívolo, sino que es tal como se presenta acá, algo histórico, algo que se puede relacionar directamente con los seres humanos”.
Un paseo por la historia
Cuando uno entra al museo comienza a recorrer vestidos de los años 90, y en la medida que se va avanzando van retrocediendo las décadas. “La idea de hacerlo al revés fue concebida porque uno se relaciona más con los diseños cercanos a uno. De esa manera es más fácil de entender, si uno va retrocediendo de a poco”, explica Carla Villaroel, del Departamento de Registro y Documentación de Museo.
Kamitsis explica, por su parte, que “el museo es una impresión de todas las facetas de la moda. Así, por ejemplo, al entrar a la sala de los años 70 podrán ver la gran revolución y confrontación que había entre el movimiento hippie y el movimiento punk, y las influencias que esto tuvo en muchas personas. O en la sala de los 60, donde están las minifaldas, se puede ver cómo eso, al emancipar los cuerpos, cambió la vida de las mujeres. Estas cosas son las que explora, en gran medida, este museo. Queríamos mostrar no solamente la excelencia de cada una de las piezas, sino que también la evolución del rol del hombre y de la mujer a través de las épocas”.
Dado que los vestidos no pueden estar expuestos por más que seis meses a la luz, se irán rotando continuamente.
Aún no está definida la temática de la próxima muestra, pero éstas, según explica Carla Villaroel, pueden ir desde colecciones según diseñadores, siluetas, estilos, técnicas, etc., o accesorios, de los cuales esta vez aún no se ha expuesto ni uno.
Las salas dedicadas al tenis están divididas en dos. En una se puede apreciar una interesante colección de raquetas, especialmente aquellas reunidas por sus curiosidades; como diferentes vestidos de mujer para jugar tenis, por ejemplo, del siglo XIX; y documentos de los cuales resalta especialmente uno.
Se trata de un libro de 1555, redactado por un sacerdote, y que habla sobre las reglas del tenis. Es nada menos que uno de los únicos cuatro ejemplares en el mundo. Dos están en el Vaticano, uno en el Museo de Wimbledon, y el otro justamente acá, en el nuevo Museo de la Moda.
En la otra sala están reunidas las diferentes tenidas de este deporte, donadas especialmente para esta ocasión por los tenistas más importantes de nuestros tiempos. André Agassi, por ejemplo, mandó especialmente un conjunto suyo, firmado, desde EE.UU.
“Mientras comenzamos a investigar para hacer este museo nos dimos cuenta que el tenis tiene una estrecha relación con la moda. Es un estilo de vida que inspira objetos decorativos”, explica la historiadora de arte Bernardita Mandiola.