Música de los créditos iniciales de Papelucho
SANTIAGO.- Entre 1947 y 1974, la escritora Marcela Paz (1902-1985) publicó doce libros que dejaron escritas las aventuras de uno de los personajes más queridos de la literatura infantil chilena: Papelucho. A sesenta años del primer texto, Cineanimadores estrena un primer largometraje animado, que cobra vida dentro y fuera de la pantalla con la partitura musical escrita por Pablo Ávila.
De amplia trayectoria en los campos de dirección de cine publicitario y documental, Ávila ha concretado en la última década una sólida trayectoria como músico audiovisual, participando en diversos cortometrajes y en las películas "Paraíso B" (2002), de Nicolás Acuña, y "El Nominado" (2003), de Nacho Argiró y Gabriel López.
En entrevista con Emol, el músico comenta su participación en "Papelucho y el Marciano", un proyecto en el que ha estado involucrado desde su génesis. "Les escribí los primeros diez minutos de película sobre el animatic y es la misma música que está finalmente en la película, sin cambios. Por supuesto, quedé inscrito en el momento", cuenta con orgullo.
- ¿Por qué esta obsesión de estar en Papelucho?
"Más que obsesión, yo soy seguidor de Papelucho y siempre he tenido en la cabeza su música, sin que hubiera estado escrita. La inspiración de la música está más ligada a los libros que a la película en sí. Esto es algo que yo he tratado de mantener en mis trabajos para el cine, el poder entrar antes de la filmación para no sólo inspirar al espectador, sino también inspirar al creador".
- ¿Esto también sucedió en sus proyectos anteriores, "Paraíso B" y "El Nominado"?
"En 'El Nominado' sucedió y en 'Paraíso B' no, porque la película ya estaba hecha cuando yo llegué, estaba terminada. En ese caso específico, que fue mi entrada a las películas, ellos buscaron un tema que yo tenía escrito en un disco de piano mío y ahí la iniciativa fue entrar con todo, con música que yo consideré necesaria para la película. La idea original era simplemente musicalizar con canciones, no tenía score (partitura original). Y ahí, catete como siempre, entré, hice la música y les gustó".
¿Siempre ha sucedido esto de tener que acercarse por iniciativa propia a los proyectos?
"Mientras no te llaman, uno tiene que catetear para llevarse los proyectos, sobretodo en un medio como el chileno, donde la música no es precisamente la mitad de la película, porque los productores subestiman su importancia. Ni los dineros son suficientes ni el compositor es capaz de llenar el requerimiento. Podemos ir a gente con más experiencia, pero ellos hacen un tipo de música muy específica que no siempre calza con la película. Es fácil darle clima y atmósfera a una película, pero muchas veces no es suficiente. Se necesita un fuerte apoyo incidental para poder llevar el drama desde la pantalla hasta el espectador para salvar la distancia y que la película no quede fría. Para eso tú necesitas meterle pasión al cuento, es algo más que cumplir un trabajo".
¿Cómo fue la relación con el director Alejandro Rojas y también con el productor Juan Diego Garretón?
"La relación con ellos fue buena, me dieron carta blanca. Ellos tenían suficientes problemas por resolver y se sintieron muy cómodos conmigo, por la forma en que estaba envuelto en la película. Ellos sabían que conmigo tenían un plus, porque además de músico, yo podía darles una visión más apasionada del trabajo que estaban haciendo, y ellos usaron todas las potencialidades que yo les podía aportar además de la música. Entonces el score pasó a ser el menor de los problemas".
- En "Ogú y Mampato", el compositor Rodrigo Apablaza llegó a la película cuando las canciones ya habían sido compuestas, por lo que no pudo participar en ese proceso. ¿Cómo fue en este caso?
"En este caso fue un requerimiento. A mi se me pidió conscientemente que se manejara aparte el tema de las canciones del score. A mi no me pareció, yo quise buscar esos puntos de contacto, pero lamentablemente no fue posible. Yo entregué un par de magníficas canciones para Papelucho, pero que después retiré, porque aparecieron muchos compositores, entre ellos la más calificada fue Catalina Claro, que hizo unas composiciones lindísimas para la película. Después llegó Canal 13 y trató de introducir a su productor musical e hicieron unas canciones muy inspiradas en el trabajo de Jack Johnson. Se armó un ruido, porque hay una percepción errada que las canciones están mucho más ligadas al marketing de la película que a la película en sí. El productor musical se preocupa más por el disco que por la película.
- ¿Y hubo acercamiento con Catalina Claro?
"Yo estuve con ella desde el principio, antes que llegara a Chile desde Barcelona. Yo creo que las canciones de ella eran suficiente para la película, no era necesario más, creo que desarrollar más las canciones con ella habría sido mucho más apropiado que haber intervenido con otros compositores y otros estilos distintos. Ella es la personificación de Papelucho, está en su sangre, es la sobrina de la autora e incluso se parece. Con el resto no. Nunca tuve contacto con Cristián Heyne, ni con (Daniel) Guerrero. Yo hice el intento, pero no hubo voluntad por parte de ellos".
- ¿Se ha hablado de una edición discográfica?
"No conmigo. Yo presiento que van a sacar un disco, que va a tener las canciones de la película más otras canciones que Dios sabe de dónde van a salir. Yo no hice la música para el disco, yo hice la música para la película. Con Alejandro convenimos casi desde el primer día que Papelucho era una comedia, más que una película de monitos, y eso permite un desarrollo mayor emocional dentro de la narración".
- ¿Cómo fue la participación de un ensamble mapuche en la grabación?
"Yo tengo siempre un asunto de que Chile esté presente en todo lo que yo hago de música. Se me ocurrió que Domitila, que es la típica nana del sur, podía ser mapuche y que podía hacerle un machitún a Papelucho. Al director le pareció una tremenda idea".
- ¿Cómo se caracterizó musicalmente a Papelucho?
"El tema de Papelucho está tocado con una especie de ocarina, que es una mezcla de un par de instrumentos digitales, que le dan una rúbrica infantil, graciosa y cálida; su picardía, su afán de vivir en estado constante de ensueñación, el evadir lo concreto con esta cosa seudo científica que siempre maneja, tratando de buscar él la propia explicación a lo que no comprende en su totalidad. Esa forma intrincada de pensar está también llevada en la música".
- La película tiene un cambio audiovisual entre las partes en que Papelucho está en la tierra y en el espacio. ¿También hay un cambio musical entre ambas?
"Originalmente había un cambio en el concepto musical, pero ya en el camino se decidió mantener la línea. Ya era bastante invasivo que el cambio de oficio de dibujo animado 2D tradicional a 3D y además cambiar la música. Originalmente Marte era rockero y metálico. Yo creo que fue una buena decisión para no cortar la película tan fuertemente en esos diez minutos en Marte.
- ¿Hubo algún personaje o una situación que haya sido un especial desafío musicalizar?
"Choclo, el perro. Él es como el comic releaf en la película. Hace su aparición, su gracia y sale. No es gravitante en la trama, pero sus participaciones dan un aporte especial. Siendo que es quiltro, yo lo caractericé con sonoridades chilenas. Él responde musicalmente a un tamborileo como de cueca en la parte de atrás de una guitarra. Es importante que la música en sí tome los elementos y colores chilenos, sin ser forzados dentro de la trama, para poder darle ese acento que muchas veces los mismos cineastas renuncian para darle internacionalidad a la película".
Recién terminado su trabajo en Papelucho, Ávila ya se encuentra al abordaje en su próximo proyecto fílmico: "Caleuche: El llamado del mar", dirigida por Jorge Olguín.
"Caleuche está oleado y sacramentado. Llevo más de dos años. La música original está en el teaser y tengo el tema de inicio de Caleuche escrito. Yo creo que en total tengo veinte minutos de película resuelta. Ahí voy a abocar todas mis energías, una vez que empiece la filmación", cuenta el compositor.
Ávila destaca que su música "ha estado presente en la cabeza del director y la gente que ha participado. Yo creo que ha influido en el guión también y sin duda influye en las actuaciones. Cuando llegue el momento de sincronizar, va a estar lo suficientemente madura para poder desarrollarla en su máxima potencialidad".
Dice que también tiene otros proyectos en carpeta que podrían abultar su filmografía, "pero no están firmados". Se sabe que en el cine chileno, pocas cosas se pueden dar por seguras.