La cantautora estará este jueves en el Centro Cultural de España para presentar las canciones de su tercer y más reciente trabajo en el pop electrónico. Rosario Mena es experimentada y, entre tanta cantautora novel en el medio, ella lo demuestra con
Perpetua.
Sebastián Cerda
Rosario Mena fue parte del reciente ciclo "Ellas cantan solas", que tuvo a Muza, Francisca Valenzuela, Anita Tijoux y Javiera Mena. La noche del jueves es para ella sola en el Centro Cultural de España. |
No sabe a qué hora ni cómo, pero ha logrado hacer música. Tiene dos empleos, es madre de dos niñas pequeñas, inventa canciones en el metro o en la micro. Ni siquiera las anota. Simplemente las recuerda. Cuando llega a casa las rasguea en su guitarra y una vez cada uno o dos meses, acude a la casa de un amigo y las registra en versión preliminar.
Está formando una banda de apoyo, pero apenas ha tenido tiempo para ensayar. "Es que nadie tiene tiempo, porque los músicos para vivir tienen que hacer mil cosas", dice.
Así y todo, Rosario Mena tiene un tercer disco prácticamente listo, que presentará este jueves en el Centro Cultural de España. El álbum, editado en forma independiente, se llama
Perpetua, y en él se desliga de las bases trip-hop y electrónicas que antes la acompañaron, para introducirse plenamente en la tradición de cantautora.
Ella lo describe mejor que nadie en su MySpace: "
Perpetua representa el oficio permanente, a la manera del artesano, del hacedor de canciones, cuya creación sucede, por generación espontánea, en los intersticios de las ocupaciones cotidianas, en medio del trabajo asalariado y las labores domésticas, en espacios sin tiempo, que se abren por la fuerza de una imagen, una palabra, un sonido".
-En ese mismo sitio apareces vinculada a la Nueva Canción Chilena. ¿Qué relación tienes con ese movimiento y qué significa para ti?
-Creo que yo soy la que parte con esto de mantener el tema de la cantautora, pero en un lenguaje contemporáneo. Ya en mi disco del ’98 (
Fe ciega, que en realidad es de 1999) uso bases electrónicas. Hay allí una referencia como intérprete de otra generación, pero sí, yo escuchaba mucho a la Isabel Parra, y ese tipo de canciones me marcaron bastante. Hoy no se está reeditando la Nueva Canción Chilena, pero se está revalorizando a los cantautores. En el último tiempo estaba todo en los géneros electrónicos. Hoy se está reeditando eso (el cantautor) en un lenguaje contemporáneo, y lo interesante además es que surge un grupo de mujeres en esa escena, que era algo que se veía desde hace mucho tiempo.
-Tus letras son bien personales, muchas de ellas historias de amor. La Nueva Canción Chilena apelaba a eso, pero también a lo político y social, ¿te relacionas también con esos elementos a través de tus letras?
-Creo que sí, pero en otro contexto. Hay algunas canciones con cierta crítica social, pero es otro lenguaje. Hay algunas más externas, porque mis canciones son más existencialistas, la metáfora del camino es súper recurrente en mí. Las opciones, la libertad. En eso también está el amor.
-¿Cómo te visualizas en la actual escena de cantautores y cantautoras? ¿te sientes parte de una escena?
-Lo que pasa es que estamos en otra época. Antes los músicos convivían: la Isabel (Parra), la Violeta (Parra), Víctor Jara... Vivían y hacían música juntos. Ahora los espacios de convivencia son MySpace, internet... Pero sí me siento parte, porque me siento valorada, siento que hay respeto y cariño. Con todos me he encontrado alguna vez, con Gepe, con Manuel (García), y nos hemos dicho que nos gusta el trabajo del otro.
-¿Te sientes precursora de esto? Tú tienes más años de circo y tres discos.
-No. En las mujeres, en el tema del trip-hop chileno, sí, creo que soy de las primeras que lo hizo. No sé si sea precursora. Las cosas están un poco en el aire y hay algo cíclico. Entonces a veces se renueva el valorar la canción como pieza. Cuando vino otra generación estaba el referente mío, pero no es que yo sea el modelo ni nada por el estilo.
-En las canciones de tu próximo disco, hay un sonido mucho más folk. Tú partiste con claves decididamente modernas, con guiños electrónicos, trip-hop. ¿Por qué se produce el giro?
-Es que es al revés. Lo de ser cantautora y componer con la guitarra venía de súper chica. A mí no me acomodaban mucho las bandas, que proliferaron en los ’80. Yo nunca me identifiqué con eso, yo quería algo que tuviera un lenguaje moderno, pero que tuviera también una poesía, que es algo que yo tenía incorporado de muy chica. Entonces, por una parte, estuve muy relacionada con gente que hacía electrónica a principios de los ’90, y escuché ese sonido y me pareció bonito en sus texturas, pero por otro lado era un medio para trabajar de manera independiente. En el fondo la canción es lo central, y por un tema técnico también quise recuperar lo acústico, porque no me satisfacía al actuar en vivo utilizar bases electrónicas. Tienes que tener muy buena tecnología para eso, programar en vivo. Estoy un poco más exigente, hay cosas que ya no las estoy usando.
-¿Porque no te satisfacen en lo técnico?
-Y porque vas buscando un sonido.
-¿Pero están desterrados o piensas volver a usarlos?
-No sé, porque en realidad estoy concentrada en el material nuevo, aunque vamos a reeditar otros con bases y guitarras.