SANTIAGO.- Con un show desde el Estadio Víctor Jara, esta tarde (17:30 horas) el actual formato de Mekano se despide de la pantalla chica. Es el anunciado fin del programa que varios críticos de TV ya daban por muerto desde la salida de su histórico conductor, José Miguel Viñuela, en 2005.
Se supone que la despedida era el pasado viernes. Pero Megavisión, en una estrategia comercial, lo alargó hasta hoy para potenciar a "Tres son multitud".
Idolatrado por unos, repudiado por otros, la despedida momentánea tras diez años al aire -se supone que volverá renovado en dos meses como "Mekano pingüino"- obliga a hacer un balance. ¿Qué dejó Mekano a la posteridad?
Para René Naranjo, crítico de medios y ex editor de la sección de espectáculos de "Las Últimas Noticias", bien poco. La razón estaba en su esencia más profunda.
¡Chuchuuuuca!
"Mekano era un programa con mucho cuerpo y poco cerebro, y la televisión descerebrada tiene un límite", dice Naranjo. "Dejaba en evidencia las falencias de la educación. Se acabó la pesadilla del Mineduc", remata.
Paulo Ramírez, actual ejecutivo de Canal 13 y recordado comentarista de TV, sobre el programa dice que mantiene la misma opinión de una columna que escribió en 2002, cuando el espacio estaba en su momento más representativo, y que tituló "Vicios del mundo moderno".
"A Mekano hay que premiarlo de alguna manera: junta en su hora de emisión diaria la mayor parte de los pecados que la televisión chilena presenta por estos días. (El programa) está construido para aferrarse a cualquier cosa que pueda conseguir audiencia. Todas ellas, eso sí, han sido probadas y hasta agotadas por otro mucho rato antes".
Naranjo agrega que fue el reflejo de la época. "Si algo aportó, fue mostrar que había una juventud que sólo tenía ganas de divertirse. Supo asumir esto y mostrar mucho cuerpo en televisión". Ése era su mérito y su límite, agrega. "Cada vez que trataban de darle contenido, vivían situaciones embarazosas. Como los chicos que no sabían en qué año había sido la II Guerra Mundial".
El aporte
La crítica de Wikén, Marcela Aguilar, es tajante: "Esta bien que se termine. Mekano ya venía agonizando hace mucho tiempo. La salida de Viñuela no fue la lápida que faltaba. Él se dio cuenta de que la cosa venía mal. Por eso lo dejó".
Entre lo positivo, Aguilar destaca que el espacio juvenil levantó a Mega. "Demostró que se podía hacer franjeados en el horario de la tarde. Con sus teleseries, reavivó el área dramática del canal". La otra característica es que era un programa absolutamente flexible, agrega. "Se iba armando de acuerdo a lo que la gente le gustaba, según el rating. La peor lectura es afirmar que no tenía un concepto propio, porque se hacía con el público y no de espaldas a él".
Sobre un posible regreso, los críticos lo ven como una batalla pérdida. "El desafío es ponerle un poco de contenido. Deben demostrar que la juventud tiene otros intereses y trasladar esos intereses a la pantalla. Si va a ser más de lo mismo, que no regrese", enfatiza Naranjo.
Aguilar va más allá: "Es complicado volver a usar la marca Mekano. Pienso que deberían inventar un programa nuevo. La gracia de (el director) Álex Hernández fue no agarrarse a estructuras. Deberían seguir siendo fiel a eso, y probar con otros formatos, con otras ideas y con otro nombre".
Ajeno a las críticas más feroces, Viñuela junto a los "históricos" del programa hoy bajarán el telón al ritmo del axé con la seguridad de haber marcado una antes y un después en la televisión chilena. Son los estertores finales de Mekano, que, para bien o para mal, dejó algunos hitos. ¡¿Cuáles?! Aquí sus top ten.