Una imagen del musical ''El Señor de los Anillos'', que se estrenó con críticas mixtas en West End.
AP
LONDRES.- La comedia musical "El Señor de los Anillos", adaptación de la trilogía de JRR Tolkien, fue estrenada anoche en Londres en un teatro del West End, donde la escena y la sala se confunden en un derroche de efectos especiales, acrobacias e ilusiones.
Con una producción de 25 millones de libras esterlinas (49,83 millones de dólares) se trata de la más importante comedia musical del West End: un derroche de medios que se siente y se ve desde el comienzo.
Cuando aún no se ha levantado el telón, fabricado con lianas y raíces entrelazadas que invaden hasta los primeros balcones, el espectador ya está sumergido en el mundo fantástico de la Tierra Media, y en especial en La Comarca, territorio de los Hobbits.
El espectáculo comienza antes del inicio: en un preludio de un cuarto de hora los Hobbits, criaturas de baja estatura imaginadas por Tolkien, divierten al público, mientras que unas "luciérnagas" revolotean. En septiembre pasado las audiciones para escoger a los actores que interpretarían a los hobbits estaban limitadas a personas de 1,65 m de estatura, descalzas.
Esta comedia musical cuenta con 50 personas que suceden en escena, el grupo de actores más importante del West End.
La saga de Frodo y de la Comunidad del Anillo arrastran al espectador en un remolino de tres horas, evolucionan en una escena circular giratoria compuesta de unas 15 plataformas montadas sobre gatos hidráulicos que costó la bagatela de un millón de libras.
Este dispositivo es muy útil para representar el largo periplo hacia el Mordor y su amo, el infame Sauron, y permite con sus cambios de nivel una reproducción asombrosa de la batalla del Abismo de Helm contra los Orcos y luego de la batalla final de los Campos del Pelennor.
Los efectos especiales y pirotécnicos hacen que el espectador viva todas esas aventuras desde adentro. De esta forma al final del combate entre el Balkrog, criatura gigante hecha de sombra y flamas, y el mago Gandalf el gris, una borrasca echa un humo caliente y opaco sobre el público que luego es arrastrado en un abismo de lava.
Y lo peor, en la corta pausa entre los actos 2 y 3, una banda de Orcos terribles se desliza subrepticiamente entre las filas en momentos en que la sala está aún a oscuras. "Varias mujeres huyeron despavoridas buscando la salida y gritando que unas criaturas vestidas de negro corrían por entre las butacas", escribió el Evening Standard al comienzo de los pre-estrenos en mayo, pasando por encima de la tradición según la cual el crítico sólo se expresa después del estreno del espectáculo.
"La danza era fantástica y las acrobacias eran increíbles", declaró un espectador al diario Daily Telegraph.
Además de las Orcos montados sobre resortes para acentuar su bestialidad en los desplazamientos, los "actores-árboles gigantes" de la jungla de Fangorn andan sobre zancos de tres metros y la princesa elfo Galadriel baja del cielo volando en un rayo de luz.
La aparición lenta, en la oscuridad, de la venenosa Aracne, una tarántula articulada de nueve metros de alto, produce estremecimientos y quejidos de miedo en la sala, que redoblan de intensidad con el murmullo obsesivo de Gollum, Hobbit pervertido por el Anillo de la invisibilidad, antes de verlo trepar por el techo.