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El mundo es su fuente

21 de Junio de 2007 | 00:00 |
Una decena de shows pasaron la noche del miércoles 20 por el Teatro Oriente. Todo en dos horas y media y en la voz de Pedro Aznar, quien recurrió a un abanico que abarcó desde folclore chileno hasta rock británico, para abrigar otra fría noche de invierno santiaguino.

Sebastián Cerda


Se dice que Aznar fue desplazado en el rock argentino por su corrección y academicismo. En Chile confirmó que es un músico librepensador (foto: El Mercurio).
"World Music" no significa otra cosa que "música del mundo". Un concepto amplio en el que pueden caber infinidad de cosas, pero que se utiliza para calificar estilos que se nutren de ritmos originarios para crear sus piezas, ya sea una salsa centroamericana o un pulso tribal africano.

Si eso es "world music", entonces eso no es Pedro Aznar. Pero si con ese título pudiésemos calificar la capacidad de mirar sin prejuicios al planeta entero, con sus grandes y sus pequeños nombres, y no sólo de echar un vistazo "simpático" al "tercer mundo", entonces ahí sí podríamos decir que lo del argentino merece el mencionado calificativo.

En su última visita a Chile (difícil resulta, a estas alturas, calcular una cifra total de ellas) Aznar se mostró como el artista global que es, capaz de nutrirse tanto de John Lennon como de Elizabeth Morris, del rock o de la nueva canción, de un sintetizador o de un tambor. Con genes pop, folclóricos y hasta progresivos, el argentino ofreció decenas de shows en uno solo, en una atmósfera sencilla y mucho más comunitaria que íntima.

Tras el aperitivo ofrecido (como en toda esta mini gira nacional) por el local Manuel García, Aznar abrió los fuegos con su versión de "Qué he sacado con quererte", de Violeta Parra, en la que logra mantener intacta la intensa carga dramática de ese imponente tema. La segunda pieza ya dice que ésta será una noche vertiginosa: de la mítica cantautora chilena el músico pasa al verdadero "pop progresivo" de "Alcira y la torre", con su correspondiente y extenso solo de bajo, instrumento que Aznar, como es sabido, maneja a la perfección.

Y aunque el argentino vino sólo con un tecladista y un percusionista como acompañantes, en reiteradas ocasiones se permitió prescindir de ellos. Así ocurrió en gran parte del segmento dedicado a adelantar temas de su próximo disco, una edición doble que se publicará en octubre de este año. De este modo, guitarra en mano, el argentino mostró "canciones que marcaron mi adolescencia", como el clásico de John Lennon "Jealous guy", o "Confesiones de Invierno" de Sui Generis. Anticipos que continuarían con el estreno, exclusivo para el público de la tercera noche en el Teatro Oriente, de la bellísima "Décimas", compuesta por la chilena Elizabeth Morris.

Y aunque la descripción podría parecer la de una somnolineta noche en un bar de Antonia López de Bello, Aznar logra cautivar con estos covers salidos del libreto de sus últimas temporadas. Y lo hace aun más cuando recurre a ellos dejando la guitarra de lado, como en la sorprendente versión de "Tomorrow never knows" de The Beatles, en la que canta únicamente sobre percusiones. O con la versión en castellano de "Isn’t it a pity", de George Harrison, en la que previamente se dio tiempo de organizar al público en un coro a dos voces. Una lista de covers en inglés cerrada con "Fragile", de Sting.

Sin embargo, el punto más alto lo marcó la difundida "A primera vista", su versión para el tema del brasileño Chico César, que fue coreada en pleno por el público del Teatro.

La noche concluyó con Aznar y sus dos músicos sentados en el suelo y sin amplificación, intepretando el "Blues de la piedad", con el sepulcral silencio de la platea como única compañía. Fue el final de una de las noches más cálidas que este frío invierno santiaguino ha registrado. Una entregada por Pedro Aznar, pero apelando al mundo entero.
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