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Mayordomo de Ernest Hemingway revela detalles de su vida con el escritor

El cubano René Villarroel, quien sirvió por 20 años al autor de "El Viejo y el Mar", publicará un próximo año un libro relatando cómo era Hemingway en su intimidad.

25 de Junio de 2007 | 10:45 | AFP
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René Villarreal, el hombre que por 20 años trabajó como mayordomo de Ernest Hemingway.

EFE
SAN FRANCISCO DE PAULA, Cuba.- Bajo palmeras y flamboyanes, entre los libros, muebles y trofeos de caza de Ernest Hemingway, René Villarreal, su mayordomo, revivió los recuerdos del escritor estadounidense tecleando de pie y descalzo en su máquina Royal, obsesionado con el peso o tomando el primer trago del día.

Con los ojos enrojecidos y la voz entrecortada, Villarreal, de 78 años, contó a la AFP que Hemingway lo trataba "con mucho cariño" y que llegó a ser el hombre de confianza del Premio Nobel de Literatura 1954, a quien sirvió durante dos décadas.

"Sus empleados éramos su familia cubana", dice el ex mayordomo, en Finca Vigía, en la casa en que Hemingway vivió durante 21 años en Cuba, en el pueblito de San Francisco de Paula, a unos 20 km. de La Habana.

Sólo él entraba a la habitación cuando Hemingway escribía. "Se levantaba a  las seis de la mañana y escribía hasta las doce o la una, iba a la piscina a bañarse y a leer, y yo le llevaba su primer trago del día", narró el ex mayordomo, que vive en Estados Unidos desde hace más de 30 años.

Caminando con dificultad, pero haciendo gala de una memoria impecable, Villarreal, quien asistió en Cuba a un coloquio por el 45° aniversario del Museo Finca Vigía, cuenta que tenía 9 años cuando conoció al escritor y pasó a ser su mayordomo a los 16.

"Me enseñó a no tener miedo, a no dejarme sorprender, y a tener cerca los rifles de cacería sin usarlos, sólo en caso de vida o muerte", manifestó.

Sus recuerdos, plasmados en un libro que se publicará en 2008, brotan espontáneos entre las paredes de la casa colonial de fines del siglo XIX, recién restaurada y exquisitamente decorada con el sello que le imprimió el  escritor mientras la habitó, entre 1939 y 1960.

Junto a Villarreal también acudieron al encuentro Pedro Buscarón, de 67 años y quien cuidaba los 58 gatos del escritor; y Blas Fernández, jugador de las Estrellas de Gigi -equipo de béisbol que creó Hemingway con los niños del pueblo-, ahora un septuagenario.

Todos sus empleados le llamaban "Papa Hemingway" y recuerdan cómo vieron desfilar por la casa a celebridades como la bellísima Ava Gardner, Errol Flynn y Spencer Tracy.

Pedro entró a trabajar en la finca cuando apenas tenía nueve años. "Era muy amable. Estoy muy orgulloso de haberlo conocido", dijo a la AFP. "Siempre  protegió a los más pequeños del equipo", añade Blas, a quien Hemingway puso el sobrenombre de "Cayuco Jonronero".

Hemingway vivió en Cuba primero en el hotel Ambos Mundos, donde escribió  "Por quién doblan las campanas", y luego fijó su hogar en Finca Vigía. Allí creó su obra cumbre: "El Viejo y el mar".

Nacido el 21 de julio de 1899 en Chicago, al parecer se suicidó en Ketchum (Idaho, EEUU) el 2 de julio de 1961: "Fue un golpe grande, aunque yo esperaba algo porque cuando salió de Cuba en el año 60 sabía que no estaba bien", dijo Villarreal con pesar. "Recibí una carta en que me decía: 'Mi querido hijo cubano, a Papa se le acaba la gasolina, ya no tengo ánimo de escribir ni de leer'. Me di cuenta que se estaba despidiendo", agregó.

La finca fue entregada a la revolución de Fidel Castro por la viuda de Hemingway, Mary Welsh, para el museo, cuya restauración comprende la piscina, el palomar, los jardines, las tumbas de los perros y el yate "El Pilar".

"Vino el Comandante porque estaba interesado en la casa para conservarla, y no se quiso sentar allí por respeto", dice el ex mayordomo, mientras señala con su dedo índice la silla preferida del escritor.

Amante de la pesca, el béisbol, la caza y el tiro, Hemingway era también aficionado al boxeo y, obsesivo con su peso, subía a la báscula cada día. En la pared del baño de su casa están anotados, de su puño y letra, sus kilos.

Durante el coloquio, amantes de su obra venidos de América, Europa y Asia siguieron en La Habana la huella del llamado "Dios de bronce de la literatura". Visitaron La Bodeguita del Medio, el bar Floridita, la Marina Hemingway, el  pueblo pesquero de Cojímar, y culminaron en una tarde de complicidad, en Finca Vigía.
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