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Música de altura

25 de Junio de 2007 | 00:00 |
Gilberto Ponce

El David Trío, uno de los mejores conjuntos surgidos en el último tiempo en Italia, se presentó en el segundo programa de la temporada de la Fundación Beethoven. Durante su presentación sus músicos demostraron por qué lucen tal cantidad de distinciones y galardones.

Su juventud en este caso es un plus, pues contagian su entusiasmo mientras enfrentan con el mejor estilo el repertorio que abordan. Con una afinación perfecta dialogan musicalmente y resaltan los planos sonoros más importantes, sin jamás pretender establecer protagonismos que sólo perjudican el resultado de cualquier interpretación.

Claudio Trabajoli en piano, Daniele Pascoletti en violín y Phillip von Steinaecker en violonchelo son virtuosos que ponen sus condiciones musicales al servicio total de las obras, demostradas ya en su interpretación del “Trío en La bemol mayor” N° 14 de Franz Joseph Haydn.

Una versión muy alejada de lo rutinario, con líneas melódicas claras, fraseos en correspondencia entre los instrumentos, articulaciones coherentes al carácter de cada parte. Ahora, y sin desmerecer los otros movimientos, destacaremos las articulaciones del piano y el musical pizzicato de las cuerdas en el “Adagio”.

En un drástico giro estilístico, luego interpretaron seguidamente el “Trío en Mi menor” Op. 67 de Dmitri Shostakovich, una obra que pese a no tener un “programa” explícito, sí lo posee implícitamente en sus alusiones al dolor de los seres humanos sometidos a situaciones extremas.

En este caso, el sonido se amplía logrando nuevos colores y timbres,en medio de extremas exigencias instrumentales y expresivas, las que fueron logradas en plenitud por los jóvenes visitantes.

El mundo expresionista de la obra, acentuado por los contrastes y con bastante uso de armónicos en las cuerdas, fue magníficamente expuesto ya en el primer movimiento, como así mismo en el vertiginoso y percutido segundo, que asombró por su perfección.

Los arcos expresivos y las progresiones dinámicas del tercer movimiento, en su dolorosa y desolada concepción que culmina en esa grotesca, irónica y casi diabólica danza, sirvieron para exponer tanto la grandeza de Shostakovich como la de estos intérpretes.

El concierto finalizó con una estupenda versión del “Trío en Si mayor” Op. 8 N° 1 de Johannes Brahms, demostrando una vez más versatilidad y musicalidad. Ahí los italianos nos llevaron al amplio sonido romántico que a veces nos recuerda los “Intermezzi” del mismo Brahms.

Del primer movimiento destacaremos los diálogos entre instrumentos de correspondencia total de carácter. Del “Scherzo”, la precisión elegante y con gracia en las partes extremas, y su lograda sección central, de gran lirismo y claridad en su “canto” casi rapsódico.

El bello “Adagio” fue trasmitido con toda su carga introspectiva a través del melancólico diálogo del piano con las cuerdas. Romanticismo desatado nos mostraron en el cuarto movimiento y final. De magníficos contrastes expresivos y rítmicos, confirmaron ahí el extraordinario afiatamiento que estos músicos poseen.

Ante un público que se negaba a retirarse, ofrecieron como “encore”, el último movimiento del trío “Dumky” de Antonin Dvorak, que con justicia ovacionaron los presentes a este segunda jornada de la temporada del Teatro Oriente.
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