La diva de la ópera estadounidense, aquí, en el Lincoln Center de su ciudad madre: Nueva York.
El MercurioWASHINGTON.- La soprano estadounidense Beverly Sills, conocida entre los amantes de la ópera por su extraordinario talento, pero también muy popular también entre los no aficionados al género, falleció hoy a los 78 años, víctima de un cáncer de pulmón, según informa su página web.
Sills, nacida en Brooklyn en plena Gran Depresión en 1929, interpretó un amplio repertorio que abarcó desde la Anna Bolena de Donizetti hasta la Elvira de Bellini. La cantante también se hizo popular entre aquellos que desconocían la ópera con su propio programa de televisión y con otras apariciones, informó "The New York Times".
Sills se retiró de los escenarios en 1980 y comenzó una nueva trayectoria como directora de la ópera de la Ciudad de Nueva York durante diez años, dejando el centro en mejores condiciones económicas que cuando tomó las riendas.
Ya en 1974 la cantante, que no fumaba, había sido operada de cáncer. El que acabó con su vida fue un cáncer de pulmón especialmente agresivo.
La diva de la ópera
Beverly Sills nació el 25 de mayo de 1929 como Belle Miriam Silverman en el barrio neoyorquino de Brooklyn. La hija de inmigrantes judíos procedentes de Ucrania cantaba en la radio ya a los tres años y tuvo su primer contrato en la New York City Opera a los 26 años, tras realizar sus primeras giras. A ese teatro se mantuvo fiel de por vida.
Allí debutó como Rosalinda en "El murciélago" y cantó casi todos los grandes papeles solistas, convenciendo tanto en papeles trágicos como cómicos.
También en Europa la artista, formada en Estados Unidos en los años '60 y '70, celebró grandes éxitos. En la àpera Estatal de Viena fue la Reina de la Noche en "La flauta mágica" de Mozart, en la Scala de Milán cantó en "El sitio de Corintio" de Rossini, y en Londres asumió el papel protagónico de "Lucia di Lammermoor" en la ópera del Covent Garden.
En 1975 celebró su debut en la Metropolitan Opera de Nueva York. La ovación duró 18 minutos. En 1980, Sills se despidió de los escenarios con una gala en Nueva York. Hasta 1989, fue directora de la New York City Opera. Luego, dirigió el Lincoln Center y la Met, acciones por las que llegó a ser considerada "la esencia de la diva de la ópera estadounidense", según el "New York Times".
En su vida privada sufrió varios golpes. Su hija nació sorda. Su hijo vive en una institución para perturbados mentales. Su esposo, Peter Greenough, murió en septiembre del año pasado, semanas antes del 50 aniversario de bodas.