ISLA DE PACUA.- Sin aspavientos, pero con certera efectividad, Raúl Alcaíno cumplió uno de los sueños del Teatro Municipal y de su compañía de ballet: llevar sus espectáculos a Isla de Pascua.
La idea central del proyecto del Alcalde de Santiago y presidente de la Corporación Cultural de la comuna, era apoyar la postulación de los fabulosos Moais a las Nuevas Siete Maravillas del Mundo, cuyos resultados se darán a conocer este sábado en Lisboa, Portugal.
Pero como siempre sucede con el arte, la misión desbordó los propósitos iniciales, agregando experiencias únicas en su riqueza y trascendencia para quienes las vivieron.
Escepticismo y cariño
Desde antes de su llegada ya el grupo tenía convulsionados a los isleños. Celosos de sus tradiciones, varios esperaban con escepticismo a esta embajada del continente y más de alguno vaticinó que pocos irían a ver un espectáculo tan ajeno a ellos.
Pero pronto los visitantes se ganaron el cariño y respeto de quienes siguieron sus actividades. Porque el mismo domingo, luego de cinco horas de vuelo contra reloj (llegaron a las 20:30, horas local; 22:30, hora continental), intérpretes y técnicos, encabezados por Marcia Haydée, directora, y Luz Lorca, subdirectora, partieron al gimnasio donde debían actuar el lunes. Allí, sin amilanarse por la falta del imprescindible entablado que requiere la danza clásica y enfrentando el frío con varios litros de café, el equipo ensayó hasta las tres de la madrugada (hora continental) ante el asombro de varios espectadores.
Al día siguiente se unieron al tradicional conjunto Kari Kari para plasmar la imagen que simbolizaría el impacto que esta visita tuvo en la isla. El sitio elegido fue el Ahu (altar) Tongariki, el más grande de la Isla, integrado por quince monumentales estatuas.
Los primeros en llegar fueron los bailarines pascuenses, cuyas hermosas vestimentas y pinturas corporales lucían en perfecta armonía con su entorno. Quizás por ello, cuando apareció el Ballet de Santiago en tutúes, zapatillas de punta y mallas, se produjo una especie de shock, evidenciado en las desconcertadas miradas de los organizadores y del improvisado público. Pero eso duró sólo un instante, porque de inmediato, con mucha camaradería y sentido del humor, los grupos se mezclaron para posar ante las cámaras. Como por arte de magia, ya nada pareció ajeno y la sesión fluyó tan lógica y natural como si los bailarines integraran un solo conjunto.
Lynn Rapu, director de Kari Kari, resumió la experiencia: “Anoche estuve en el ensayo de la compañía porque hoy nosotros también tenemos función y no pdremos venir a verlos. Me emocionó ver a estos artistas tan profesionales. Y no se me pasó por la mente que tendríamos el honor de ser invitados para unirnos en esta sesión fotográfica. Creo que la integración comienza con estas cosas, nacidas de una respetuosa y espontánea admiración”.
Con gusto a poco
La tarde del lunes, el gimnasio con capacidad para unas 300 personas, se repletó con más de 500 espectadores, gran parte de ellos incómodamente de pie, que no se movieron, hipnotizados por lo que se desarrollaba en el improvisado y duro escenario. Tangos de Piazzolla y trozos de “Carmen”, “El lago de los cisnes” y “Cascanueces” culminaron en el virtuoso pas de deux de “Don Quijote” y un final con el grupo completo, encabezado por los primeros bailarines Andreza Randizek y Rodrigo Guzmán.
Una larguísima ovación premió el extraordinario trabajo de los artistas, que lucían muy conmovidos ante la respuesta tan cariñosa y entusiasta.
Edmunds Paoa, alcalde de Isla de Pascua y parte esencial de este proyecto, perdió por primera vez su aplomo: “Para mí ha sido una jornada realmente emocionante. Éste gesto de Raúl Alcaíno de traer al Ballet de Santiago me permite decir ‘bendito soy yo en esta vida que tengo un amigo así’ ".
Por su parte, Alcaíno señaló: “El valor patrimonial e histórico de estas increíbles figuras debe ser motivo de orgullo no sólo para los pascuenses y el resto de los chilenos, sino que también para toda la humanidad. Es por ello que quisimos hacer un aporte a su promoción. Pero, por otro lado, esta visita de la compañía a la isla prueba que cuando se quiere, se puede y eso es sencillo pero importante. Nos demoramos una semana en organizar este viaje. Ahora quisimos apoyar a los moais, pero siempre hay motivos para querer llevar alegría a la gente. Y los artistas del Teatro Municipal son felices con estas funciones, es su vocación. Ellos saben que su deber no sólo está en el teatro, sino en cualquier lugar donde el público lo necesite. La responsabilidad del Municipal trasciende las puertas de su edificio”.
El entusiasta público
Feliz, el público no quería que terminara la velada y, de hecho, permaneció bastante tiempo comentando la función en las afueras del gimnasio:
“Es una pena que sea la única vez que bailen. Nunca habíamos visto algo tan fascinante. Las bailarinas parecían volar. No olvidaré nunca esta noche”, señaló Noelia Durán.
Entre los espectadores que acusaba mayor emoción estaba Rafael Hereveri Pakarati, conductor de TV y responsable de la mayoría de las emisiones de la radio local: “Para nosotros ha sido un regalo inesperado. Hemos cambiado nuestro formato mental, nuestro punto de vista, disfrutando al máximo. Ojalá que se repitiera. Quiero agradecer a Marcia Haydée por haber traído a artistas tan extraordinarios con un espectáculo inolvidable”.