Gilberto Ponce
Con la Obertura de la ópera “Idomeneo” de Wolfgang Amadeus Mozart, se inició el concierto de la Orquesta de Cámara de Chile, con Patricio Cobos, como Director invitado. El programa es parte de Temporada de Música, que la Municipalidad de las Condes organiza todos los años en su comuna, en diversos recintos.
En la favorable y seca acústica de esta iglesia, y ante un público entusiasta, la obertura de Mozart mostró los claros y oscuros que se apreciaron durante la presentación. Entre los aspectos positivos destacaremos el entusiasmo y profesionalismo con que los músicos enfrentaron el compromiso, donde su musicalidad elevó mucho el resultado final.
Consideramos que Patricio Cobos es un buen concertador, de batuta clara que tiene claro lo que pretende. Pero los resultados no son siempre los mejores. Descuida con frecuencia los balances instrumentales, haciendo casi desaparecer el hermoso sonido de las cuerdas debido al exceso de entusiasmo de los bronces y el timbal. Eso provocó un desperfilamiento de las más voces importantes de la obertura.
Sobre la “Suite para Cuerdas” Op. 6 de Josef Suk (1874- 1935), compositor bohemio que siguió en este programa, es imposible negar la fuerte influencia de Antonin Dvorak. Varias de sus melodías recuerdan tanto a la “Serenata para cuerdas” como a las “Danzas eslavas” del mismo Dvorak.
Esta obra de juventud (tenía 18 años al componerla) no proyecta en nada al compositor que vendrá en la madurez. Además pensamos que para su interpretación es necesario contar con una mayor cantidad de cuerdas que permitan acceder a los contrastes necesarios como foco de atención.
No bastó lo afiatado de la orquesta, ya que el sonido fue insuficiente en varias secciones, llegando incluso a parecer precario.
También fue evidente que durante los cambios de tempi hubo confusiones, sobre todo en el primero de los números. Nos habría gustado una mayor progresión en el “Adagio”, aunque el musical final de ese número logró captar fuertemente la atención.
La “Sinfonía N° 3 en Re mayor de Franz Schubert cerró la jornada. En este caso, luego de un primer movimiento sin mayores balances que lo desperfiló, todo cambió favorablemente en los tres finales, donde aparecieron entonces la musicalidad tan propia de Schubert.
Hermoso sonido en las cuerdas y maderas en la segunda parte, mayor gracia y fraseo en el tercero donde se apreció un bello sonido de los bronces al tocar piano. En este número, el “trío” fue de gran nivel en los diálogos entre maderas y cuerdas.
En el “Presto” final el pequeño desajuste del inicio no empañó en nada la chispa que se apreció en su interpretación.
Creemos que no fue fácil para el director hacer obras que requieren de una mayor cantidad de instrumentos, pero esto no le quita responsabilidad en el cuidado de balances, fraseos y dinámica, pues esta orquesta es capaz de rendir mucho más, que lo mostrado en este caso.
Tal vez, este programa no fue el más apropiado para Patricio Cobos, director chileno residente en Estados Unidos, quien ha realizado con éxito, otras presentaciones en nuestro país.