SANTIAGO.- Miguel Ángel Bravo, quien interpreta a Drácula de la novela de Bram Stoker en su primera versión chilena en las tablas, llegó al teatro Arena en motocicleta y cubriendo con un gorro su cabeza rapada, para parecerse más al clásico personaje.
Éste es el lugar donde, a partir del 20 de julio, se exhibirá este gran montaje, "Drácula, de sangre y esperanza", de la compañía de Teatro Apasionada, que con una inversión de US$40 mil ($20.800.000), incluye varios escenarios, músicos y cantantes en vivo, humo y un espectacular órgano de tubo.
El teatro está vacío, frío y oscuro a las seis y media de la tarde y sólo la linterna que lleva el actor y director de la obra ilumina el pasillo mientras se dirige al escenario. En el trayecto debe explicar la repentina aparición en las butacas de una maniquí con un vestido blanco. "Ella es una de las chiquillas que va a estar adentro de los ataúdes", apunta.
En el escenario sobresale un enorme órgano de tubo, que él califica como "la expresión musical de Drácula" y varios tipos de ataúdes apilados en un rincón. Señala uno de ellos diciendo: "Éste es mi ataúd, me queda un poco chico, me tengo que doblar para poder entrar".
Una vez sentado en primera fila, se explaya sobre la "profundidad" que esta versión de la historia quiere otorgar a la célebre novela de fines del siglo XIX, que dio origen a numerosas versiones cinematográficas y a múltiples mitos en torno al oscuro personaje.
Justificando a Drácula
"En las películas comerciales Drácula es malo porque es malo, se busca el terror, la sangre y el erotismo sin adentrarse en descubrir por qué sufre y por qué es como es. En cambio este Drácula duda, lucha en busca de lo humano, se enamora. El tema del vampirismo tiene que ver con muchos otros como la religiosidad, la posesión, la fragilidad, la condena, y nosotros quisimos profundizar en ellos y tratar de justificar a Drácula", afirma el actor y músico.
Añade que lo que resulta atractivo es sacar en teatro, en una versión chilena, este personaje clásico, que tiene muchas connotaciones. "Éste es un tema archi hecho, pero no en teatro ni como nosotros lo estamos haciendo. La versión que se ha traído es la comedia, que no da para pensar, sólo para entretenerse. Nosotros queremos sacar a este monstruo del ataúd y darle un sentido y una estética moderna".
El actor explica que eligieron montar Drácula por la potencia de la historia y el personaje. "Drácula es un tema épico, grande, que se relaciona con lo misterioso, lo incógnito y con todo lo que se desconoce de la muerte y de sí mismo, y decidimos sacarlo de la tumba para darle un poco de humanidad y para hacerle un poco de cariño".
Comenta que para dar forma a la versión final debieron efectuar un importante trabajo de investigación, que incluyó revisar toda la vasta filmografía que ha tocado el tema, desde los clásicos hasta el cine comercial, incluyendo "Entrevista con el Vampiro", "Nosferatu" y "Drácula", de Francis Ford Coppola.
No obstante, aclara que la idea siempre fue ceñirse al Drácula más clásico, más putrefacto y menos atractivo, como el definido por Stoker. "Ese personaje pelado, con la nariz aquilina y los dos dientes adelante -no con los colmillos a los costados que surgió después con los actores galanes-, ese personaje entre la vida y la muerte, que ha vivido 400 años y está más aburrido que la cresta".
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En medio de la entrevista, Miguel Ángel Bravo se pone de pie y dice con entusiasmo: "Mira te voy a pasar un folleto de la obra que tengo en el ataúd". Mientras camina hacia la urna comenta: "A mí me encanta la muerte, como dice Drácula, todos somos más felices cuando morimos".
El actor afirma que para montar la obra no tuvo la necesidad de adentrarse en esa oscura temática. "No, porque yo siempre he tenido onda con la muerte. No he tenido que empezar a escudriñar más allá porque no tengo ningún rollo con el tema, no tengo ningún rollo con dormir en el cementerio, me gusta la muerte".
Explica que, para él, "la muerte es sensual y algún día te va a recibir con los brazos abiertos. Lo que me gusta de ella es que involucra una transformación de la que nace la podredumbre, que es un estado que no le gusta a la gente y le produce miedo, y ahí es donde está viviendo Drácula".
A pesar de esta relación con la muerte y con lo oscuro, el actor descarta que el montaje pretenda identificar al movimiento gótico, de moda en el país, y señala que aunque "tal vez ellos nos vengan a ver y se vistan de drácula, no sé si tengan una profundidad filosofía".