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Adolescente femenina humanitaria

12 de Julio de 2007 | 00:00 |
Candidata a estrella pop, feminista y niña prodigio. Términos que van y vienen para calificar los pasos que comienza a dar Francisca Valenzuela en la música, de la mano de su dominio del piano y de las temáticas que le gustan: El minismo, el mujerismo y la femineidad, pero también la opresión, la injusticia y el poder.

Sebastián Cerda


(fotos: Carla Dannemann).
Tal vez en muchas partes pase lo mismo, pero está claro que los chilenos tenemos una especial inclinación a abrigar aspiraciones. Vernos en los mundiales de fútbol, en los podios olímpicos, en la lista de países desarrollados, lo que sea. Regularmente se frustran, pero bueno. Ya estamos acostumbrados.

En los últimos años, una nueva categoría engrosa esa lista de aspiraciones. Mientras Shakira conquista el mundo, Maná hace lo propio con la fracción de éste que habla castellano, y varios se pasean por Latinoamérica como por su casa, cada tanto suele levantarse acá un candidato a ser estrella pop continental algún día.

La última a la que se ha ubicado en ese sitial debe ser Francisca Valenzuela, que cuando aún tenía 19 años (hoy tiene 20) ya había puesto a sonar en las radios locales su canción "Peces", una pegajosa melodía que habla de despecho juvenil y de erráticos pasos en el terreno amoroso. Siempre recoger la especie equivocada.

La canción ahora se ha transformado en el primer single del disco debut de Valenzuela, Muérdete la Lengua (Feria La Oreja), que con dos semanas en tiendas ya llegó al "top ten" de los más vendidos. Pero ella prefiere tomar las cosas con calma. "Que salga el disco ya es increíble. Que esté número ocho en la lista de ventas, ¿cachaste eso? Con eso ya estoy llegando a las expectativas. No pienso en vender miles de copias", dice.

-Tú pasaste tu niñez en Estados Unidos. En la clásica dualidad entre pop de allá y pop británico, ¿creciste más con el primero?
-Tal vez en momentos estaba sometida a la cultura gringa sin saberlo, pero era bien selectiva para escuchar música. Me gustaba poner ciertas radios y las grababa en casetes. Así pillé a Imogen Heaps y a un montón de bandas y solistas. También escuchaba en mi casa George Winston, pianistas, Carly Simon, Joan Báez.

-Imagino que en términos personales no debe haber sido fácil, pero en términos musicales, ¿cómo fue llegar a Latinoamérica, con qué te encontraste?
-Fue súper entretenido. De partida, hay mucha gente; segundo, mucha gente que hace cosas; y tercero, mucha gente que hace cosas y es talentosa. Yo estaba en un colegio súper artístico y tenía 25 compañeras que cantaban o que tocaban instrumentos. Yo era, por decirlo así, menos especial. Me encontré con una cultura más creativa. La primera vez que vine mis compañeros escuchaban Silvio Rodríguez, Ella Baila Sola.

-¿Te tocó el mundo de la trova?
-Mucho. Me acuerdo de que en el primer festival que hubo, un mes después de que llegué, canté sola con guitarra. No recuerdo si fue Silvio Rodríguez, Ella Baila Sola o Sui Generis, pero algo más folk. Fue súper rico, me encontré con una cultura súper creativa, harta fogata. Eso en Estados Unidos no existía.

-¿Y se filtró algo de esa cultura fogatera hacia tus composiciones?
-No sé si tanto. Sí en las letras, ya que cuando cantas con un instrumento solo tienen que tener un valor y una claridad importante.

-¿Te ayudó eso a escribir letras en castellano?
-Sí. Yo componía siempre en inglés hasta que me vine a Chile, y ahí dije que debía tratar de escribir en castellano. Y no fue siempre fácil, al principio salían unas meloserías y unas ridiculeces... Después fui agarrando fluidez.

-¿Y esas letras las leíste y las modificaste, o ya no existen?
-Como que no existen. Están, pero no me siento tan identificada. De "Peces" en adelante, todo bien.

-Esa canción habla de una situación muy típica y universal, pero que se vuelve más problemática en la adolescencia.
-Sí, la escribí a los trece años. Qué rico que refleje eso, porque fue lo que me pasó a mí. Una vez en una radio, con llamadas abiertas, una niña me decía "quiero decirte que le dediqué ''''Peces'''' a un tipo que me puso el gorro". En Concepción, caminando, una niña me dijo "¡Fran, sigue cantando contra los hombres!".

-¿Sientes que hay algo de eso en tus canciones, deliberado o no? ¿Que explotas temáticas como el machismo o el feminismo?
-Naturalmente se dio que me llamara la atención el tema de la mujer, no es que me lo planteara. Fue como sentirme despechada, primero, ver las minas aceitosas de Mekano, después, y decir "¡pero cómo!". No me gusta decir "feminismo" o "machismo". Sí me gusta el tema de lo femenino y la femineidad. Lo que marca la pauta es que escribo desde la postura de la mujer, que es mi postura nomás, pero que no es "me pongo a llorar por ti". Creo que eso marca el disco y marca mi adolescencia. Recuerdo llegar a la sala de clases el lunes y escuchar compañeros diciendo "me agarré a una camboyana", mientras una compañera que decía "me agarré a este tipo" era una perra. Ese doble estándar me llamaba la atención.

-¿Y cómo te sientes cantando esas canciones tan transicionales, que las escribiste en tu adolescencia? Es una etapa en la que, de un año al otro, uno ya no es el mismo.
-Cierto. Por un lado, me encantan los temas, son parte de mí y no están obsoletos ni para mí ni para que la gente los escuche. Pero en un tiempo... Por eso también pujo el tema de las facetas, de la versatilidad. En vivo toco tanto de despecho y de las minas como de otras cosas. Hay algo más. Pero todo bien, todo a su tiempo. Vienen más composiciones por mostrar.


Humanitaria y universal

-¿Tu forma de tocar el piano viene de tu estudio del piano clásico?
-De todas maneras he incorporado otros elementos. Lo del piano clásico es una herramienta importante en mi caso, me ha abierto mucho la mente a sonoridades y a jugar con las reglas. Pero en lo técnico, me gusta martillar el piano, sacudir, golpear, que es más rockero. Eso siempre lo corregía mi profesora de piano clásico.

-El tema "Los poderosos", por ejemplo, recuerda al piano de Claudio Parra, de Los Jaivas.
-Puede ser, me lo han dicho.

-¿Y te parece que puede ser así? ¿Escuchabas a Los Jaivas?
-No tanto. Los empecé a conocer hace poco. Cuando escribí "Los poderosos" no pensé que iba a ser cuequera o folclórica. Eso se dio porque era a tres tiempos, y cuando llegué a la banda se dio inmediatamente esa batería como de cueca. Después, cuando vi (el documental) "Alturas de Machu Picchu", fue como "oh!".

-Lo tenías en el ADN...
-Sí. Si les gustara la canción (a Los Jaivas) sería alucinante.

-"Los poderosos" es también un tema en el que avanzas hacia otras esferas, más políticas, tal vez. ¿Cómo te sientes adhentrándote allí?
-Cuando la escribí no la pensé como una cosa política, sino desde la perspectiva del maltrato, del abuso. Y orientado a personas con mucho poder, como Bush, que no ayudan con su poder. Pero nunca desde la derecha o la izquierda, no tiene que ver con eso. Yo no me voy a comprometer todavía con cantar para un candidato, me gustaría mantener una cosa más transversal y humanitaria.

-¿No cantarías en una campaña?
-En este momento no. Tal vez a futuro, si me siento identificada con una causa lo puedo hacer, pero no me gusta camisetearme, encuentro que soy súper chica y que éste es un país súper estigmatizante.


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