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Las verdaderas razones del éxito

19 de Julio de 2007 | 00:00 |
Andrés Rodríguez, director general del Teatro Municipal de Santiago, fue parte del jurado que comisionó en la nueva versión del concurso de lírica Operalia, realizado en el Teatro du Châtelet de París. Es un certamen creado por Plácido Domingo para escoger a los mejores talentos de la lírica mundial de entre 18 y 30 años. La mirada en primera persona: nadie se lo contó. Andrés Rodríguez lo vio. Y aquí lo describe.

Andrés Rodríguez P


Arriba, el gestor del certamen Plácido Domingo. Al medio, la voz chilena, el barítono Javier Arrey. Abajo, el jurado chileno y autor de estas notas, Andrés Rodríguez (fotos: El Mercurio).
El concurso Operalia 2007, recientemente celebrado en París bajo la presidencia de su fundador, el tenor Plácido Domingo, fue un certamen excepcional. Se celebraron los quince años desde su creación, y en él no se dejaron detalles al azar: un jurado amplio y de altísimo nivel, cantantes seleccionados con extremo rigor venidos desde todo el mundo, jurados y concursantes alojados en hoteles diferentes para evitar cualquier contacto, un sistema computacional de puntiación instantánea, apetecibles premios de hasta 30 mil dólares y una final con las entradas agotadas en el importante teatro du Châtelet, en París.

La preselección a nivel mundial de los 40 concursantes había sido muy cuidadosa, de manera que el nivel de la competencia iba a ser lo más alto posible. Y así fue. Los catorce ganadores en sus distintas categorías harán carreras brillantes, como la mayoría de los vencedores de las ediciones anteriores: Inva Mula, ganadora en 1993 (cantó en Santiago “Las Bodas de Fígaro” en 1998), Rolando Villazón, ganador en 1999 (cantó María Estuardo en Santiago ese mismo año), Hui He, ganadora en el 2000 (cantará la próxima Butterfly en Santiago en septiembre) y otros como José Cura, John Osborn (cantó “El Barbero de Sevilla” en 2000 y “La Cenicienta” 2005 en Santiago), Erwin Schrott, ganador en 1998 (cantó en “Rigoletto” y “Aída” en Santiago en 1997), Giuseppe Filianoti, Orlin Anastassov, entre otros nombres lanzados a la órbita mayor por Operalia.


Plácido Domingo en terreno

La alta convocatoria del concurso en auspicios y patrocinios, así como concursantes, es indiscutida. Sin embargo su trascendencia es aún más relevante: fomenta el trabajo artístico y musical de cantantes jóvenes del mundo entero de manera real y efectiva. Plácido Domingo, fundador y motor principal del concurso, considera de suma importancia impulsar y ayudar a los talentos jóvenes en los inicios de sus carreras profesionales.

Es algo que pudimos ver durante el desarrollo de esta versión del concurso. El tenor aconsejaba a los jóvenes, entre ellos al chileno Javier Arrey, quien tuvo una destacada participación en el certamen, y a quien el propio Domingo invitó para que se uniera a uno de los programas de perfeccionamiento para jóvenes artistas que se realizan en los teatros que él dirige.

Plácido Domingo los guiaba y les enseñaba personalmente a mejorar la técnica vocal, el fraseo y la interpretación. Su presencia durante el certamen fue algo único, especial e invaluable para todos los concursantes. Y cada año lo es.


El epicentro de la ópera

El prestigio de Operalia también alcanza otras esferas. A París llegaron los grandes agentes del mundo en busca de las futuras estrellas, así como los directores de teatro más importantes. Este año, participó la gran soprano Mirella Freni, quien quería seguir de cerca el desarrollo del concurso y, además, vigilar el desempeño de uno de sus alumnos, que alcanzó a estar entre los finalistas.

Es importante consignar que al momento de las votaciones nunca hubo entre los miembros del jurado disparidad de criterios, una nota disonante, o una diferencia significativa en los puntos y calificaciones otorgados a los distintos concursantes. Por el contrario, siendo un jurado numeroso, resultó sorprendente el consenso en las opiniones, en los resultados y, en consecuencia, en el otorgamiento de los premios.

Ellos fueron el fiel reflejo del desempeño y de la calidad de los participantes, y los premios se los llevaron quienes en rigor lo merecían, sin concesión alguna. Los puntajes obtenidos por los ganadores coincidieron exactamente con la percepción que el jurado fue adquiriendo de los concursantes en las tres etapas en que se desarrolló el certamen.

El Teatro de Châtelet fue el lugar donde se desarrolló Operalia 2007 en todas sus etapas. El día de la final, la Orquesta Pasdeloup, dirigida por el propio Plácido Domingo, acompañó a los participantes en cada una de las arias seleccionadas. El público abarrotó el teatro durante las cuatro horas que duró la última ronda.


La ola lírica y las voces latinoamericanas

Gran alegría, emoción e ilusión en los ganadores por el futuro que les espera. Tristeza en otros por no haber ganado. Pero el consejo del propio presidente del concurso fue igual y uno solo para a todos los participantes: estudiar, trabajar, perseverar, y perfeccionarse. Es el único camino para llegar al éxito y para hacer una buena carrera profesional.

Este concurso, con su organización impecable y sinergia positiva en torno al arte lírico, será el modelo a seguir para quienes integramos O.L.A. (Opera Latinoamérica), organización recientemente creada y uno de cuyos objetivos es dar vida a un concurso internacional sólo para voces latinoamericanas.

Estamos seguros de que un concurso de esta magnitud será motivación para los cientos de jóvenes cantantes del continente que buscan hacer una carrera internacional de primer nivel y los empujará hacia una preparación de excelencia. Lamentablemente, en Operalia 2007, quedó de manifiesto que nuestros cantantes latinoamericanos aún tienen deficiencias en su preparación general musical y escénica en relación con europeos, norteamericanos y asiáticos.

Si bien la calidad de la voz nos privilegia, nuestros cantantes necesitan formarse aún con más solidez en materias tan diversas como técnica vocal o desplante escénico, expresividad, teatralidad, además de profundizar y perfeccionar lo netamente musical. Por eso, O.L.A. también se ha comprometido con la idea de traer profesores y maestros que dicten clases magistrales y de perfeccionamiento a la mayor cantidad de cantantes posibles en aquellos campos en que estamos menos fuertes.

Haber participado como miembro del jurado en Operalia 2007 constituyó una experiencia única y un aprendizaje para toda la vida: por la visión de futuro con que se enfoca el certamen, por el alto nivel con que se maneja, por el espíritu que se transmite a los jóvenes y por lo que significa en cuanto en transmisión de valores a las nuevas generaciones de artistas.

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