SANTIAGO.- El primer asesinato político de la historia de Chile. Ésa fue la tesis que el director Cristián Galaz anunció que utilizaría en "Manuel Rodríguez, hijo de la rebeldía". Y así fue.
El último largometraje de la serie "Héroes" de Canal 13, sobre el patriota asesinado en Tiltil, se decidió a mostrar desde temprano al protagonista, encarnado por Benjamín Vicuña, como el líder de un enfoque independentista justo y democrático. Opuesto al que promulgaba un Bernardo O'Higgins (Julio Milostich), sin más en el norte que la sola ambición de poder y sin asomo de verdaderas ideas en torno al nuevo proceso (mucho menos de ideales).
Así, fue el llamado "padre de la patria" el que ocupó el lugar de contraparte del héroe de turno, y no los realistas (el enemigo más visible y tempranamente esbozado como principal). De este modo, Galaz se decidió por mostrar a un O'Higgins ambicioso, receloso, traidor, y absolutamente sometido y condecendiente con José de San Martín (Daniel Muñoz), explotando un perfil que ya había anunciado en la emisión anterior de la serie, dedicada a José Miguel Carrera.
Manuel Rodríguez, en tanto, fue mostrado como un rebelde, idealista e incansable luchador, orientado al bien común y la libertad del pueblo, por sobre cualquier aventura personal. Un perfil explotado desde las primeras escenas, ante la imposibilidad del protagonista para obtener un título académico, por no contar con los recursos económicos que le eran exigidos (cosas que, 200 años después, ya no pasan, no se preocupe).
Los venideros cuestionamientos del héroe a los realistas y a las clases poderosas no hicieron más que confirmar esa senda, mientras aparecían también las primeras señales de galantería, en su primer encuentro con Francisca de Paula (María Elena Swett). Un romance que sólo se materializaría tras la muerte de Ana (Mariana Loyola), una mujer de la chingana presentada como un personaje auxiliar, pero que desarrolló una relación decididamente amorosa con Rodríguez en el imaginario de los realizadores, al punto de entregar la vida por él. Se evidencia así la presencia de los dos factores que han determinado a todo buen héroe de Canal 13 hasta ahora: la patria y el amor.
Y aunque ambos factores se prestan para el cliché, fue en otros terrenos en los que la producción cayó en pequeños abusos en esta materia, como la aparición de un caricaturesco Casimiro Marcó del Pont (Felipe Castro). Un tirano adinerado, ostentoso y derrochador, degustando para sí mismo una cena de la que se podía alimentar a varios más. En definitiva, un siútico.
El final ya lo conoce. Manuel Rodríguez asesinado cobardemente por soldados de O'Higgins, y hasta ahí la carga emotiva está en su punto máximo. Así habría seguido, si no fuera por el cierre definitivo por el que se apostó: La pareja de Rodríguez (Swett) con el hijo de éste nacido tras su muerte, una opción definitivamente válida y efectiva, pero que al haber sido utilizada de forma casi idéntica en el capítulo anterior de "Héroes" (José Miguel Carrera), se vio floja y avinagrada. Algo que asoma como imperdonable, considerando que se trata del mismo director (Galaz) y que los distintos largometrajes forman, al final, parte de una serie que el público sigue emisión tras emisión.
Una pequeña mancha que, en ningún caso, alcanza a empañar la evaluación global del tercer capítulo de "Héroes", donde se retiraron los paños fríos para optar por un enfoque de la historia evaluativo y distante de lo oficial. Como para que los historiadores tengan bastante en que entretenerse esta semana.