LOS ANGELES.- Después de varias películas que contaron como una crónica las vivencias de soldados y civiles en los frentes de batalla en Irak, un director estadounidense premiado en Sundance estrena esta semana una cinta que por primera vez se enfoca en los artífices del conflicto.
En "No End In Sight", el director Charles Ferguson explora en la pantalla grande sobre cómo se tramaron las decisiones para los meses posteriores a la invasión a Irak en marzo de 2003, encabezada por Estados Unidos.
Ferguson, como experto en ciencias políticas, fue miembro del Centro de Investigación y Análisis Político en Washington Brookings Institute, y en 1996 hizo una fortuna de 133 millones de dólares con un negocio en Internet, con lo cual se autofinanció su filme de dos millones de dólares.
Con una precisión de cirujano, el director de 52 años, que ganó un premio especial en el Festival de Cine Independiente de Sundance, dibuja con agudeza un retrato sobre los planes que se trazó Estados Unidos para los tiempos posteriortes a la invasión a Irak, sirviéndose del testimonio de 70 figuras claves.
Revelando una cadena de decisiones políticas de la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA), que incluyen la disolución del ejército iraquí, el desmantelamiento del Bass, el partido de Saddam Hussein, y el fracaso para frenar los desórdenes civiles, el filme explora de forma meticulosa cada paso tramado por los arquitectos del conflicto bélico.
En cualquiera de los casos todas las conclusiones resultan fulminantes y, tal como reseñó una de las críticas de la película esta semana, "incluso a las audiencias bien informadas se les caerá la quijada".
Ferguson dijo que deseaba hacer la película como una respuesta a la manera cómo se abordó incorrectamente la guerra en Irak en los medios de comunicación. "Como especialista en ciencias políticas, con muchos amigos expertos en política exterior, me preocupé especialmente por la calidad de esta cobertura", contó Ferguson.
"Se escribieron libros muy buenos sobre Irak, pero pocos estadounidenses se toman seis, ocho o diez horas para leer un libro de 400 páginas", indicó el director, tras agregar que "no podemos tener una idea general de un problema complicado al mirar la televisión o leer el periódico. El tipo de periodismo exhaustivo ya casi no existe".
Ferguson se confesó conmovido por las anécdotas que escuchó durante su investigación. "Yo conocía gran parte de los hechos generales, pero cuando me fui enterando hasta qué punto era estúpido y absurdo el comportamiento de la administración, no di marcha atrás" en el proyecto, dijo al citar como ejemplo de indignación la decisión del jefe de la CPA, Paul Bremer, de desmantelar el ejército iraquí.
Esta medida fue analizada como una de las causas del refuerzo de la insurrección, de los miles de jóvenes iraquíes sunitas que se sumaron a estas filas rebeldes porque se encontraban desempleados y estaban además enfurecidos con las fuerzas de la invasión.
"Bremer tomó esta decisión siguiendo las recomendaciones de Walter Slocombe (un consejero de la CPA), cuando ninguno de los dos había vivido en Irak y cuando Bremer tenía apenas nueve días en el puesto", apuntó Ferguson.
"Hubo muchas cosas por el estilo, decenas" de decisiones tomadas de la misma forma, afirmó el director de la película aclarando que no es que todas estas críticas surjan ahora, fácilmente, cuando el mundo entero ha criticado al gobierno de George W. Bush por su manejo de la guerra en Irak. "Una gran cantidad de expertos reclamaron antes del conflicto actitudes muy diferentes a aquellas adoptadas por la administración", se defendió el ahora director de cine.
Para Ferguson, la interrogante es si los principales artífices de la guerra, el ex secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld y su adjunto Paul Wolfowitz, deberían rendir cuentas por estos hechos. Ambos se negaron a aparecer ante las cámaras del director. "Estoy seguro de que serán juzgados con severidad por la historia, y eso ya empezó", concluyó.