Escuche al tenor Celso Albelo interpretando:
Fille du Regiment: Ah mes amis
I Puritani: A te o cara
Pecheurs de Perles: Je crois entendre encore
Escuche a la soprano Virginia Wagner interpretando:
Adriana Lecouvrer: Lo sono l’umille ancella
Manon: Adieu a notre petite table
Turandot: Tu che di gel sei cinta
Escogido por Cecilia Bartoli, apadrinado por Cristina Gallardo-Domâs y alumno de Carlo Bergonzi, el joven tenor tinerfeño, una de las promesas de su cuerda en el mundo, debuta el 6 de agosto en Santiago, en una gala a beneficio de Paternitas y el Centro "Nuestra Señora de Montserrat".
Juan Antonio Muñoz H.
Prudente Albelo: "No quiero dejar de hacer ahora un repertorio más ligero por adelantarme con roles para los que creo estaré mejor preparado dentro de unos años" (foto: El Mercurio). |
"Me crucé con Cecilia Bartoli cuando debía ir a maquillarme. ‘Te vengo a felicitar’, dijo. ‘Estaba tan nervioso que no supe qué responderle, de manera que le repliqué que ella era mucho más guapa aún al natural’", confidencia desde Menorca el tenor Celso Albelo (31), fichado por la famosa mezzo para un disco grabado en Londres (sello Decca) y para intervenir en su debut en “La Sonámbula" (Bellini) previsto para el Festival de Baden-Baden en 2008.
Pero no sólo ella ha puesto en él sus ojos. También la soprano chilena Cristina Gallardo-Domâs y nada menos que Carlo Bergonzi, considerado por muchos como el mejor tenor verdiano del siglo XX.
—¿Qué papel ha jugado Cristina en tu carrera?
—Pues Cristina y su marido, Justo Garzón. Ambos. Ella se ha convertido en una suerte de mecenas artístico para mí y con su esposo me han dado consejos importantísimos. En el caso de los cantantes es tan fundamental lo que se hace como lo que no. Saber decir “No” es una de esas cosas y no a todos les gusta. Con ellos, también otro chileno, Enrique Subercaseaux, está detrás de mi trabajo, señalándome lo más adecuado para mi voz y cuál es el camino de mi repertorio.
—¿Cómo se produjo tu encuentro con Carlo Bergonzi?
—Me presenté al concurso “Renata Tebaldi" y ahí estaba él de jurado. Quedé entre los finalistas, pero no gané. Esto ha enfadado mucho a Bergonzi, al punto que no firmó el acta de premios y tal. Fue entonces que me dijo: “En dos meses te puedo hacer el tenor del momento”. Así que fui a su Academia Verdiana (Busetto) a aprenderlo todo. Y terminé haciendo el Duque de Mantua con el maestro Leo Nucci de Rigoletto... Yo, que lo único que quería era cantar tunas y boleros...
—Pero, por el momento, tu voz no es precisamente la de un tenor verdiano...
—Así es. De Verdi sólo canto “Falstaff” y acepto sólo un Duque de Mantua al año porque es un riesgo. Soy un lírico-ligero belcantista y me falta todavía la maldad de la voz... (ríe).
—¿Tu sueño es adquirir esa maldad?
—(Ríe otra vez de buena gana) Con el tiempo vendrá... Es que hay que cumplir etapas. Un sueño mío es cantar Arturo de “I Puritani” (Bellini), que debuto en Bologna en 2009, alternando con Juan Diego Flórez. Eso me hace mucha ilusión. Tanto como ir a Santiago donde ya tengo tan buenos amigos.
Con Carlo Bergonzi: "Él me dijo: ‘En dos meses te puedo hacer el tenor del momento’. Así que fui a su Academia Verdiana (Busetto) a aprenderlo todo", cuenta desde Menorca, a pocas horas de volar hacia Santiago. (foto: El Mercurio). |
—¿Cómo definirías el carácter de tu voz?
—Me cuesta decir eso. Mejor me escuchas... Pero mi madre dice —cuidado, que es mi madre y por lo tanto objetiva no es— que mi voz acaricia, que es suave y delicada, que no grito.
—Especial para el repertorio francés...
—He hecho “Lakmé”, “Hija del Regimiento” y “Pescadores de perlas”. En el futuro están “Romeo y Julieta”, “Manon” y “Werther”, pero no quiero dejar de hacer ahora un repertorio más ligero por adelantarme con roles para los que creo estaré mejor preparado dentro de unos años. No es algo que tenga que ver con notas sino con colores, con la paleta de matices.
—¿Así escogiste el repertorio para tu concierto en Chile?
—Exacto. Con Enrique vimos que lo mejor era hacer cosas cómodas y brillantes, donde pueda lucir el fraseo y los agudos. Y Cristina me mandó la partitura del "Ay-ay-ay", de Osmán Pérez-Freire, que es una canción bellísima y muy bien escrita para una voz como la mía.
—Esa canción la cantó hasta Jussi Björling...
—Sí, sí, pero yo no soy Björling... Supe que también la hizo Alfredo Kraus en Santiago, lo que es un desafío enorme porque para mí él es un maestro de maestros.
—Me hablaste de tunas y boleros. ¿Cómo llegaste finalmente a la ópera?
—Estaba en la universidad estudiando para historiador del arte. Y surgió la posibilidad de integrar una estudiantina. Comencé a trabajar con una maestra, Pilar Castro, que me comunicó su amor por la ópera con una paciencia increíble porque a mí lo que me interesaba era ir por ahí con guitarras. Posteriormente, seguí en el Conservatorio de Santa Cruz de Tenerife y, por último, cursé estudios en la Escuela Reina Sofía. Mal no me ha ido, lo que me tiene muy contento. Es curioso, porque yo de pequeño jamás estudié música clásica. Tampoco existía una tradición familiar, pues mi padre era taxista y mi madre auxiliar de clínica.
—¿Cuándo viajas a Chile?
—El 1 de agosto. De manera que ya preparo todo. Coincideré con la visita de Cristina, lo que es muy bueno. Espero estar en su fiesta de cumpleaños, el día 4.