SANTIAGO.- Obligados Los Prisioneros a entregar un referente de su popularidad en otros países de América Latina, Jorge González solía responder únicamente con dos ejemplos: "Somos como Soda Stereo, como Miguel Mateos".
No cabía otra posibilidad. Los intépretes de "Nada Personal" y el autor de "Llámame, si me necesitas" eran los que movían las masas y vendían casetes por miles. Si había que dar un referente de éxito y masividad, debían ser ellos.
Los primeros están de regreso tras diez años de separación, desatando una verdadera fiebre continental. El segundo, en tanto, ha seguido siempre con su carrera, ahora a menos revoluciones que 20 años atrás, pero conservando siempre un grupo fiel que lo sigue sobre todo desde el álbum Solos en América (donde salen temas como "Cuando seas grande", "Con mi sombra en la pared" y "Llámame, si me necesitas").
Así ocurrió el año pasado, cuando después de cinco años de ausencia Miguel Mateos volvió a Chile, para presentarse en el Teatro Caupolicán junto a Virus. Y así ocurrirá este fin de semana, cuando el argentino se presente esta noche en Sur Activo, de Concepción, y mañana en el capitalino Espacio Riesco.
El cantautor llega con su show "Una mirada a los clásicos", que servirá de plato de entrada para fiestas ochenteras que seguirán en cada recinto, tras su concierto.
-¿Qué te dice el que llegues presentado con el rótulo de ochentero?
-No tengo idea. Yo vengo a dar un concierto de Miguel Mateos presentando "Una mirada a los clásicos". Punto y aparte. Otra pregunta.
-Pero hay una insistencia del medio a referirse a tu obra como ochentera.
-No solamente la mía. También con la de muchos intérpretes que tienen que ver con los ochenta. Es una moda mundial, hermano.
-¿Nunca te ha aproblemado que te pidan los temas de Solos en América más que de otros discos?
-Pero cómo voy a tener problemas. No, ni loco. Yo escuché a Paul McCartney decir: "hay gente que viene y que paga 120 dólares de entrada para que cante 'Yesterday'. ¿Cómo yo no voy a cantar 'Yesterday'?". Si lo dice este tipo...
-Entonces tú tienes que cantar "Cuando seas grande".
-Pero sin duda que sí, hermano. Y con alegría, gratitud y la dignidad más grande de tener una canción no solamente en el corazón de los chilenos, sino de toda Latinoamérica. ¿Qué más puedo pedir? Me siento realmente un privilegiado, tengo que ser un agradecido.
-¿Y a qué crees que se debe el que discos posteriores como Bar Imperio (1998) no hayan podido aproximarse a esa popularidad?
-Yo creo que es una cuestión de difusión, nada más. Hay discos que no se editaron acá. Pero eso no importa. Yo soy un todo. No solamente voy a tocar Solos en América, sino lo que es Miguel Mateos hoy. Cosas de Bar Imperio (1998), de Salir Vivo (2002), de Uno (2005). Aunque no se haya editado acá, qué me importa. Creo que eso tiene que ver con el valor artístico.
-Se anunció que harás covers de David Bowie y Led Zeppelin, ¿por qué los incorporas en tus presentaciones actuales?
-Eso tiene que ver con un invento que se me ocurrió el año pasado para festejar los 25 años de la salida de mi primer disco. Se me ocurrió hacer un espectáculo que tuviera que ver con los artistas que me influenciaron o que realmente son de mi gusto, y que tiene que ver con músicas de los 70 y los 80. Y si no me doy el gran gusto ahora de tocar a tipos que admiro, como Bowie, Génesis, Duran Duran, Eagles, Led Zeppelin, canciones que están en mi entraña, ¿cuándo? Y lo más lindo de todo es que, conectado con los propios clásicos de mi repertorio, veo la gran resistencia de mis canciones. Y eso es un privilegio muy grande.
-¿Con tus canciones se repite a escala latinoamericana lo que con esas canciones pasa a nivel global?
-De alguna manera. Y por ahí hasta mayor.
-¿Cómo recuerdas tus primeras venidas a Chile?
-Unos conciertos masivos, tremendos. He dado conciertos también en lugares chicos. En plenos ochentas, noventas. Y recorriendo todo el territorio chileno, yo fui uno de los primeros en hacer giras grossas acá. Las hacía como en Argentina. Fue el primer lugar que me aceptó después de Argentina, el primer país del que alguien me dijo "¿sabes que se está escuchando tu música?". Y yo dije "bueno, vamos". Vine por primera vez el 86. Ustedes estaban con Pinochet.
-¿Y eso te trae algún tipo de recuerdo particular?
-Sí. Una extraña sensación de miedo, pero al mismo tiempo ver que por el 86, 87, estaba germinando un proceso, que todavía lo siguen viviendo, pero que es una maravilla... Que haya una Presidenta, por ahí a ustedes no les llama la atención, pero es una cosa muy importante.
-¿Y recuerdas algo de lo que pasaba en Chile en términos musicales?
-Más que nada los chicos de Los Prisioneros. Después me perdí un poquito. Ahora un poco del revival de Los Tres. Con los chicos de La Ley me crucé en México. Ésa es mi conexión con la música del género de Chile, por ahí no es completa...
-Los Prisioneros acá instalaron una rivalidad un poco ficticia con Soda Stereo, ¿recuerdas que te haya pasado algo similar?
-No. No tengo rivales (risas).
-Ése es el título de la entrevista.
-La música no se puede concentrar en esos términos. Si hay alguien, sería el primero en hablar con el tipo. Porque realmente me parece una boludez. ¿No es una boludez?
-Y a propósito de ellos, ¿qué opinión te merece el fenómeno de Soda Stereo?
-Maravilloso. Celebro su reconciliación y su regreso.
-¿Vas a ir a verlos?
-Si estoy en Buenos Aires, seguro que sí.