Bajo la producción de Bebu Silvetti y acompañados de una orquesta sinfónica inglesa en algunos pasajes, la banda argentina logra en su quinto disco una fusión perfecta entre el folclore más puro y el efectismo del pop como canal de masividad. Una mezcla exitosa que, a pesar de todo el maquillaje, sabe mantener en el primer plano la raíces y sonar, a ratos, incluso con la misma seriedad que sus ídolos, Los Chalchaleros. Sin poncho, claro.
Pablo Márquez