Erentxun vuelve con un disco tan liso como el horizonte de un charco. Melodías blandas y cordiales, interpretadas en la sencillez de una guitarra electroacústica y con muy discretos arreglos sonoros, vagamente inspirados en el género que cultivó con tanto estilo Chris Isaak. Pero lo de Erentxun es menos. Es pop de pretensiones modestas. Y sus resultados también.
Paula Molina