El septeto británico sigue intentando la conquista del espíritu de los preadolescentes mediante un refrito de ritmos de los 60, a medio camino entre el go-go y el formato Motown que derivó en el sonido de Jackson 5. Para ser honestos, a ratos consiguen apoderarse con cierta gracia de ese groove tan característico de la banda de hermanos que lideraba Michael Jackson. Pero el resultado final es tan deslavado y desfigurado como el actual rostro de su ídolo.
Marcelo Contreras