Musicalizar poemas, en este caso de Jorge Luis Borges, es siempre una aventura de resultados inciertos para la música popular. En la apuesta de Pedro Aznar ocurre una dicotomía. Es imposible no agradecer la modestia del artista argentino, considerando su extraordinaria voz y su habilidad como bajista. Gracias a esa humildad, Aznar no incurre en el más recurrente pecado de los virtuosos: fanfarronear con sus virtudes. Sin embargo, pisa el palito frente a la tarea titánica de abordar los textos de Borges. Intenta que demasiados formatos puedan arropar las palabras del autor. Entonces comete desaciertos (como El suicida o Insomnio, en compañía de A.N.I.M.A.L.). Pero los tropiezos son mínimos frente a la belleza de su registro en la obertura (Al horizonte de un suburbio; Tankas), los guiños a King Crimson (El), o en compañía de invitados como Mercedes Sosa, Lito Vitale, Jairo y Víctor Heredia. Disponible en Musicland.
Marcelo Contreras