Heredero natural y adelantado de la fusión entre rock y folclor iniciada hace tres décadas por los Blops, Congreso, Congregación o Los Jaivas, Huaika inaugura su segundo disco con una cueca que arranca con panderos y queltehues, y termina con guitarras eléctricas y saxos. Ese es el viaje del grupo, aplicado por igual al alegre carnaval nortino ("Vidallena"), a una cruza de tonada y vals peruano ("Al norte del sol") o a la música mapuche ("Nguillatún eléctrico"), y guiado por convencidas letras sobre playas y desiertos, Latinoamérica libre o el sufrimiento del indio.
David Ponce