El vivo tiene las virtudes de la cercanía. Y los defectos de la desnudez. Resalta las verdades y acusa las mentiras. Pero ver que, pese a la perfección de los arreglos y a la solidez de su banda acompañante, el propio Palmer flaquea, es duro. Pueden ser problemas de mesa o de mezcla. O años de circo desgastando las cuerdas vocales. Pese a ello, merece la pena redescubrir sus flirteos con el reggae, la pulcritud - que no es igual a frialdad- de su trabajo musical y la vigencia de temas como Some like it hot o Simply irresistible. El cierre es notable, a lo Palmer: Addicted to love.
Jimena Villegas