Los músicos liderados por el nasal e intenso registro de su vocalista, Tim Booth, por fin rompieron el misterio de su existencia y han vuelto a la vida con un disco adictivo y producido por el incombustible Brian Eno.
Porque sin variar mucho el formato que hace años los convirtió en estrellas con canciones como Say something o Laid, los integrantes de James estrujan las guitarras y saben ponerle ritmo al drama. A la tensión de Junkie, a los miedos de Pleased to meet you (que, perfectamente, podría estar firmada por el Radiohead más oscuro) y al obsesivo amor de la notable Señorita (con simpáticos coros en castellano).
Sólidos, James. Dueños de melodías maduras (Give it away) pero frescas (Fine). Casi tanto como las de Booth and the bad angel (1996), el disco que Tim Booth editó como solista junto al compositor Angelo Badalamenti (Twin Peaks): un dato freak para tener en cuenta.
Pablo Márquez
