José María Cano, ex Mecano, las sabe por libros. Al final de su primer disco solista, astuto, expone sus debilidades y no queda más que rendirse ante tanta sinceridad.
¿Saben qué? / Que más querría/ he intentao cantar como Elton John/ pero no hay tutía (...) Lo que este disco necesita es otro compositor/ y un cantante mejor, balbucea, medio en broma, medio en serio, en Lo que este disco necesita y se queda con los argumentos.
Porque, claro, su voz es débil, desaliñada, de una textura a ratos molesta, pero el español se las arregla para superar sus deficiencias con arreglos y letras interesantes. Como las que hablan del amor sobreexpuesto (Romina y Albano), del drama de un prometedor artista (Basquiat) y del apernamiento en el poder (Che Fidel).
Y aunque a ratos se contornea sin mayor pretensión que algo de buen ritmo (La lambada), donde realmente aparece el hombre que emocionaba con sus textos en Mecano es en Y ahora tengo un novio, dedicada a su pequeño hijo, canción que, como los niños, conquista por su lúdica y delicada ingenuidad. Tan buena, que en su reprise, al final de la placa y en versión acústica, suena aún mejor.
Pablo Márquez F.
