En su debut como solista, el brasileño Alexandre Pires maneja a la perfección la fórmula del baladista romántico latinoamericano: susurros vocales, letras melosas y una orquestación sobria.
En un castellano que, a ratos, recuerda la raspada fonética de Roberto Carlos, la voz de Só Pra Contrariar suena cómoda en los boleros (Usted se me llevó la vida, sic) y algo menos a gusto en las apuestas con aroma a caribe (Demasiado fuerte, Que llueva pa arriba).
Con éste, su disco homónimo, la fanaticada de la banda no se verá sorprendida: en solitario, su rostro y alma sigue el mismo camino conocido hasta ahora. Y eso, se sabe, es mucho mejor que experimentar hacia el fracaso. ¿Hay algo más conservador que cantarle al amor?
Pablo Márquez F.
