Si en las primeras obras de Paul Hindemith (1895-1963) se puede advertir la influencia de Richard Strauss, Reger, Bartok y Stravinsky, pronto el compositor fue capaz de encontrar su propio sonido. Es el creador de lo que se puede llamar "contrapunto inarmónico", en el que la norma combinatoria tradicional se mezcla con un régimen que se aparta de la tonalidad. Su trabajo fue estructurar una nueva concepción tonal, basada en principios acústicos y contrapunto (Bach), pero alcanzando un amplio espectro de expresión cromática. Además, en su imprescindible ópera "Matías el pintor" ("Mathias der Maler", 1938) pudo expresar su idea de que la música es un universo que contiene una serie infinita de sonidos: "No podemos sustraernos a la esfera que nos ha creado; por cualquier camino, marchamos por ella", en palabras del protagonista Matías Grünewald.
Todas estas características y también esa conexión planetario-astrológica se encuentran en el exigente ciclo para soprano y piano "Das Marienleben" (La vida de María), destinado a intérpretes superiores y a un público iniciado. Fue el pianista Glenn Gould quien luchó por interpretarlo y hacer un registro completo. En sus palabras, "en su forma original de 1922/23, Das Marienleben es el más grande ciclo de canciones jamás escrito". Obra extensa (15 números en 80 minutos de música), pone en notas la serie homónima de poemas de Rainier Maria Rilke, que describe momentos de la existencia de la Virgen. De enorme complejidad musical y con un texto denso repleto de imágenes destinadas a una cantante que sepa transmitir las atmósferas y el asombro con certera capacidad musical, no ha sido suficientemente abordada ni en vivo ni en surcos; el propio Hindemith escribió una versión alternativa en 1948, más fácil de asimilar por oídos tradicionales.
La grabación se produjo en dos temporadas de trabajo en 1976 y 1977 y los resultados son los de una aventura apasionante. En la titánica e intensa tarea, Gould está en su salsa, mientras que la ucraniano-canadiense Roxolana Roslak cumple muy bien por dinámica y extensión, aunque no alcanza a explorar los mil matices que se proponen. Qué lástima que las relaciones de Gould con Elisabeth Schwarzkopf no fueran mejores: "Digamos que fue un amor desgraciado...", dijo la soprano, quien a duras penas aceptó editar los "Drei Ophelia Lieder", de Strauss, grabados con el pianista.
El doble álbum Sony entrega, además, el estremecedor tríptico de Ophelia en versión prescindible de Gould con Roslak (registro de 1974); un excelente "Wanderlied im Herbst", de Krenek, con la mezzo Patricia Rideout (1977), y "Beim Schlafengehen", número tres de los "Vier Letzte Lieder" de Strauss, con una buena cantante, Lois Marshall, pero en insufrible reducción al piano (1962). (Sony Classical, reedición 1995)
Juan Antonio Muñoz H.