Diversos acompañamientos en piano y orquesta.
Por los años 60, una revista especializada europea llamó al cantante sueco "El príncipe de los tenores". Ya desde el comienzo de la década anterior, Gedda había grabado una serie de LP, en óperas y operetas completas, en importantes obras sacras y en una serie de recitales líricos, y hasta muchos años más tarde continuó deleitando al público con continuos registros (grabó incluso una ópera estadounidense, "Vanessa", de Samuel Barber). Había razones de toda índole: belleza del timbre; amplio registro en un lírico "grande" (igualmente bien cantó Don José y Nemorino, como aquí se acredita); color inconfundible; musicalidad absoluta; técnica impecable; refinamiento interpretativo; perfecta pronunciación en los más diversos idiomas (aún el español, como lo demostró en otro recital en canciones de Turina). Su herencia de sangre lo ayudó para abordar el más extenso de los repertorios en diversos idiomas. Así y todo, ciertos "operáticos" lo ignoran o le son indiferentes.
No podemos detenernos en cada uno de los 36 trozos de esta magnífica antología. En ópera destacaremos, por ejemplo, la exaltación emotiva del aria de "Der Freischütz" de Weber; el control del fiato en el "Idomeneo" mozartiano; la magia en la versión del protagonista de "La condenación de Fausto" de Berlioz; la técnica, con sus sobreagudos impecables, en "Le postillon de Lonjumeau" de Adam y en "Undine" de Lortzing. El único momento en que no nos deja plenamente convencidos es en "Ecco ridente in cielo", del "Barbero" rossiniano. Otras selecciones incluyen a músicos tan diferentes como Donizetti, Flotow, Puccini, Bizet, Gounod, Mussorgsky, Cornelius y Auber.
El mundo de la opereta, por otra parte, le queda excepcionalmente bien, y aquí hay interpretaciones memorables. Entre ellas, el trozo de "La bella Helena" de Offenbach (cantado en alemán) y todos los de Lehar (¡qué gran música era, si se le canta como lo hace Gedda!) en especial el par de "El país de las sonrisas", lección de canto y de arte interpretativo. Capítulo aparte es su maestría en el Lied y la canción. Todo es formidable, incluida la pronunciación, en los alemanes Richard Strauss y Beethoven, los franceses Debussy, Fauré, Poulenc y Hahn, los rusos Tschaikowsky y Rachmaninoff, el noruego Grieg. En resumen, un panorama inolvidable de arte lírico a cargo de uno de los más grandes intérpretes del siglo anterior, imperdible para una discoteca que merezca preciarse de tal. Los trozos están grabados en diversas épocas; en CD, apareció recién en 1999. Dos discos compactos D Classic. DDD.
Víctor Manuel Muñoz