Vivaldi no compuso 500 conciertos, sino 500 veces el mismo concierto. Cada día que pasa suena más desafortunada esta célebre frase de Igor Stravinsky. Así lo atestigua este primer volumen de conciertos tardíos para violín, cuerdas y bajo continuo del Prete Rosso, que estrena en disco a seis de ellos (los catalogados RV 177, 222, 273, 295, 375 y 191).
Esta feliz empresa no ha podido caer en mejores manos que las de Giuliano Carmignola y la Orquesta Barroca de Venecia, dirigida por Andrea Marcon.
En las obras compuestas con posterioridad a sus éxitos más resonantes, Vivaldi volcó lo mejor de su talento para enfrentar las nuevas tendencias violinísticas que se imponían en la época.
Esta lucha por no pasar de moda se manifiesta en una exuberante variedad de lenguajes y enormes exigencias virtuosísticas, magistralmente resueltas por el arsenal expresivo de Carmignola y una orquesta en estado de gracia. Un disco de lujo.
Pablo Arce C.