Phillip Glass es un prolífico compositor norteamericano que ha dado a luz gran cantidad de obras, todas reconocibles como hijas de un mismo padre. Tanto sus trabajos para ópera como para inclasificables obras de teatro (como "1.000 aeroplanos en el techo") y sus musicalizaciones para películas antiguas (como "Drácula" de Tod Browning) pueden ser fácilmente reconocibles, como si estuvieran ligadas por un continuo sin fin, por una suerte de ADN repetitivo y prácticamente minimalista. Su banda sonora para la película "Las horas" de Stephen Daldry no es ajena a esta línea paterna.
"Las horas" es una obra cinematográfica basada en el libro homónimo de Michael Cunningham, ganador de un Pulitzer. En la obra original y su versión para la pantalla se desarrolla la vida de tres mujeres de distintas épocas ligadas por la primera de ellas, la escritora Virginia Woolf. Las otras dos protagonistas, una madre de familia en la posguerra y una editora literaria contemporánea, viven un día decisivo en sus vidas, al igual que la señora Dalloway del libro de Woolf.
La banda sonora (nominada al premio Oscar que se entrega hoy) funciona como una ligazón atemporal entre las tres historias, con variantes que ayudan a identificar la época de cada protagonista. Como escribió un crítico: el piano se pone más "raveliano" para Woolf y más "nueva era" para el personaje más moderno. Y como fondo de las variaciones del teclado, un cuarteto de cuerdas ofrece de telón una melodía prácticamente extática. Esto, que ayuda a relacionar escenarios tan dispares en la película, también atenta contra el desarrollo de los personajes en la trama. Una música sin progreso no es, a ratos, el mejor apoyo a una acción que sí avanza dramáticamente.
Al igual que con su musicalización para "The Truman show", Glass recicla en esta grabación partes de anteriores trabajos. En este caso reutiliza parte de su ópera "Satyagraha" y de "Metamorfosis dos" del álbum "Solo piano". Un dato que, para el mal intencionado, puede transformarse en uno de los argumentos más esgrimidos contra Glass: el de repetitivo. Al punto de llegar a reutilizarse a sí mismo, sin mayor esfuerzo.
E.C.M.