Con éste van tres discos que Madonna ha hecho con productores de cuna electrónica, tras "Ray of light" (1998), con William Orbit, y "Music" (2001), con Mirwais Ahmadzai. Ahora el propio Mirwais redondea sus logros anteriores: están sus marcas registradas -los quiebres rítmicos y esa natural guitarra acústica al lado de las bases programadas- y Madonna vuelve a facturar un disco pop de buen gusto, bailable y con buenas melodías.
La continuidad es tal que una canción como "Nobody knows me" parece la continuación de "Music", pero con más actitud. "No quiero mentiras, no veo TV, no desperdicio mi tiempo, no leeré una revista", declara. Porque el disco también está cruzado por versos como los de "American life", "I'm so stupid" o "Hollywood", sobre materialismo y decadencia del imperio americano. Viniendo de una corporación como Madonna la crítica es insustancial, pero justo por eso castigar su intento de ideología es demasiado fácil. La música está bien. El mensaje da lo mismo. Eres un artista y no un guerrillero, como dice la canción tradicional.
David Ponce