Capricho o necesidad de reinventarse, el caso es que el mexicano desempolvó los mayores logros de su carrera para darles una vuelta. Y haciendo estos nuevos arreglos para viejas canciones, parece, Juan Gabriel ha sido el que más se ha divertido. Basta escuchar el son cubano que agregó a su himno "Se me olvidó otra vez" y el aire tropical con que inundó su lúdica "Pero qué necesidad".
Claro que en este afán por refrescar su legado quedan algunos huérfanos: grandes canciones del mundo romántico latino, como "Querida" y, sobre todo, "Inocente pobre amigo", pierden esa dolorosa ceremonia que transmiten en sus versiones originales. Y los que alguna vez han sufrido con Juanga, saben de qué estamos hablando.
P. Márquez.