Como ocurre desde que impuso el éxito La gota fría, a Carlos Vives le faltó decisión para volcarse sobre los ricos ritmos colombianos que bosqueja. Aunque alegre y marchoso, el álbum suena uniforme y reblandecido, muestra de un pop muy inspirado en el folclor, pero demasiado sintético para acercarse a él en pleno derecho. Queda así a medio camino entre un mundo y el otro. En algunos casos, la peor de las posiciones.
Paula Molina