En los estilos tradicionales (desde el blues hasta el bolero), la música se enriquece principalmente en las letras y la interpretación. Es a través de esos parámetros que se dibuja la tenue línea entre un compositor inolvidable y un nombre más dentro de listas indistinguibles. Illapu, la más ancha de las puertas del folclor nacional, es sólido y creíble en ambos flancos.
"Morena esperanza", su nuevo disco, vuelve a visitar el sonido familiar de los ritmos nortinos en torno a los cuales se formó la banda exponiéndolos en el viejo formato comercial de los tres minutos. (las novedades son escasas, y apuntan principalmente a la breve incorporación de instrumentos mapuches al principio del álbum, y el tenue pero sorprendente viraje reggae incorporado en el tema "El loco del puerto". El resto de las canciones se desplaza por el ámbito tradicional de los hermanos Márquez, la acertada utilización de los vientos, el rasgueo decidido sobre las cuerdas, la puntualidad de los ritmos.
Sólo el estilizado "Mamá Aída" acompañado por un cuarteto de cuerdas se coloca al margen de esta férrea unidad, enfatizando quizás su carácter de homenaje personal.
Las canciones de "Morena esperanza" mantienen una saludable continuidad con los temas que definen a Illapu desde su formación: el respeto por las minorías (en este caso, las comunidades indígenas amenazadas de "Bío bío sueño azul"), la reverencia hacia las raíces, el amor y el trabajo como motor de la convivencia social ("Dos sobreviviendo") y la reflexión sobre el proceso político, expresada aquí en "Encuentro con la vida", tributo a Salvador Allende.
Es difícil reconocer en "Morena esperanza" el vigor de anteriores grandes éxitos del grupo, como "¿Qué hacen aquí?" o "Sincero positivo". "Morena esperanza" parece, en relación a esos hits, un disco compuesto en una escala más humana, al margen de grandes dolores o alegrías. Un álbum más cercano a la vida simplemente.
Paula Molina
