Nunca fue vendida tanta pasión al mundo con una voz y una música tan desapasionada como las de Julio Iglesias, abanderado de la canción de amor, si los hay. Y pocas veces la paradoja quedó tan clara como en esta larga colección doble de 38 éxitos del cantante español, que repasa, con honrosas excepciones, los dos rieles sobre los que ha transitado en sus 29 años de carrera: una voz que, el planeta lo sabe, no es propiamente la de un cantante sino la de un susurrador de melodías, y una música escrita y arreglada cada vez con menos riesgo.
Seis éxitos tempranos como "Por el amor de una mujer" (1969), "33 años" (1969), "Manuela" (1969) o el emblemático "La vida sigue igual" (1969), su primer éxito, suenan regrabados y puestos al día al sonido uniforme de la casa. Tonadas banales sin mayor misterio armónico como "Me olvidé de vivir" (1969), "De niña a mujer" (1969) o "Hey" (1969) tienen la nostalgia de su lado y resultan al menos queribles en su sencillez, pero toda imaginación queda desterrada cuando Julio aparta su vocación de compositor y asume la de gerente de marketing, abocado a copiar éxitos ajenos como "Me va me va" o "Bamboleo" y a dar cuenta de clásicos populares como "Que nadie sepa mi sufrir", "Milonga sentimental" o "La cumparsita", todo descafeinado por la eficiente factoría Iglesias de sopor latino.
Una indesmentible mayor intención se oye en el tono trasnochado de "Ni te tengo ni te olvido" (1969), en el aire latino de "Que no se rompa la noche" (1969) y en la gran conjunción de melodía y armonías de "Lo mejor de tu vida" (1969), una de las pocas veces en que el credo de amante insaciable de Julio Iglesias llega a perturbar por sobre su bruma orquestada. No es casual que las dos últimas pertenezan a "Un hombre solo", disco para el que el maestro Manuel Alejandro escribió las mejores canciones que haya entonado el cantante. Pero no basta para desequilibrar un promedio que se inclina abrumadoramente por el éxito masivo pero escasamente por la canción valiosa, y que trae de vuelta una noción que ya parecía olvidada: con Julio Iglesias la palabra comercial vuelve a ser una mala palabra.
David Ponce