La porfía siempre ha sido escudo de sobrevivencia del punk, género que, pese al abuso de sus estructura y lo tan básico de sus elementos, mantiene viva una ética que el paso del tiempo no ha podido sino legitimar en su urgencia. Pues por retro que a algunos parezca iniciar un disco con un manifiesto como el de "Caldo 'e caeza" (Tu autoridad de padre, rati o empresario, nunca te hará ser dueño de lo que pensamos), se aprecia en "Fiesta"una solidez excepcional, mezcla entre la persistencia de sus gestores y el contraste con una década que ha cometido la insolencia de homologar rebelión musical con Offspring.
Aplazado desde diciembre de 1997 por insuficiente financiamiento (!), el tercer disco de la banda de punk y hardcore más importante del país parece haber aguardado un momento de publicación casi insuperable por su contexto. Se adivina incluso una sutil sonrisa de satisfacción en el vocalista Alvaro España cuando canta versos amargos como los de "Cuando muera"y "Fiesta". La contingencia nacional atraviesa los quince cortes del disco precisando la intención de un grupo por igual descontento con la decadencia adinerada ("Gordo") y con la sumisión al exitismo económico ("Gracias").
Un sonido crudo y la preocupación por crear fugaces atmósferas oscuras ayudan a remarcar la aceleración que dicta el buen hardcore. No hay pausa siquiera para homenajear al Dúo Dinámico en un cover de la conmovedora "Resistiré", ajeno por completo a la habitual ironía con que las guitarras eléctricas suelen acercarse al género melódico. Autodefinirse como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie es una más de las frases de un disco que defiende a la música y el baile como medios de evasión para un ambiente que no se comparte ni se entiende. Y esa receta, que en muchos no despega de la simple ilusión, en Fiskales Ad Hok logra consistencia.
Marisol García