Quienes hayan gustado de hits románticos como "It must have been love" adorarán el nuevo álbum de Roxette. El disco incluye varios temas bailables, elaborados a partir de sencillas bases pregrabadas, y al menos dos canciones de rock más tradicional (estilo en el que la banda se aventura sin gran éxito). Pero son las baladas las que definen el nuevo álbum. Canciones lentas y dramáticas, cantadas por Marie o por Per, interpretadas en el ya clásico formato tecno-pop del grupo, o en una clave folk que moderniza su sonido. Hay una leve radicalización en la elección y el manejo de las bases pregrabadas - gracias a las cuales se consigue un puñado de efectos sonoros atractivos- pero el dúo conserva el foco en la que es su razón de ser: la habilidad para componer y entonar coros pegajosos. El grupo mantiene intacto ese talento específico, que algunos se apuran a despreciar, pero que es condición definitiva - y más compleja de lo que se piensa- en la elaboración de la música pop. Y en esa área, la banda permanece imbatible.
Paula Molina