La naturaleza misma parece transformarse en sonido. Así se refería a esta monumental obra el legendario director de orquesta Bruno Walter. La más extensa de las sinfonías de Gustav Mahler (1860-1911) necesita de una batuta que sepa convertir sus seis movimientos en los peldaños de una gigantesca escalera que asciende a lo celestial.
A este desafío cosmológico compareció Jascha Horenstein (1899-1973) en 1970. Este director logró con la Sinfónica de Londres un registro que, como resultado general, supera a los de otros mahlerianos ilustres como Bernstein y Kubelik. Esta edición sólo puede comprarse por internet.
Pablo Arce C.