El violinista Nigel Kennedy da la nota alta en este álbum, que en ningún caso es la banda de Jim Morrison con otra etiqueta. Es simplemente el uso que el arreglista y director Jaz Coleman hizo de los temas de un grupo legendario, para indagar con ellos los colores de una orquesta sinfónica.
Coleman consigue una rara similitud en el violín solista de Kennedy con la voz de Morrison.
Pedro Galindo