Siete compositores nacidos entre 1968 y 1973 configuran el mosaico de esta placa. Compartir la edad, sin embargo, no es suficiente para asentar una generación. Menos si las obras no dibujan con certeza un camino propio, distinto del trazado por sus predecesores de hace medio siglo. Salvo el Vals a la peruana de Mario Feito o los Cuartetos de cuerdas de Carlos Zamora, no hay aquí piezas de sonoridad amistosa. La invitación es a un goce estético distinto y a una pregunta inaugural: ¿en qué momento el ruido es arte?
Pedro Galindo