Erik Satie, además de colocarle títulos extraños a sus obras o de referirse a la marcha fúnebre de Chopin como la célebre mazurka de Schubert, compuso música fantástica e innovadora. El recital de la pianista francesa Anne Queffélec (por supuesto, incluye Gymnopédies y Gnossienes) destaca por su comprensión del idioma y rica sensibilidad.