El nombre de Elisabeth Schwarzkopf (1915), junto a los de María Callas y Birgit Nilsson, encabezará el listado femenino de leyendas del canto del siglo XX, como representante del mundo de Lied, de Mozart y de Richard Strauss. Bajo etiqueta Testament, en 1999 apareció un disco dedicado a la soprano alemana, que recoge las grabaciones no publicadas por EMI (el sello de la artista) entre 1946 y 1952.
El álbum doble rescata su nado por aguas tan distintas como Bach y Wolf, y al escucharla se viene a la mente, primero, el vacío que existe en la actualidad en términos de elegancia y de profundidad; y segundo, cuánto se avanzó en estas tres últimas décadas en relación a estudios estilísticos. Hoy sería imposible que alguna de las grandes casas discográficas enfrentara con ánimo tan romántico una cantata como la número 51 de Bach, sobre la que Schwarzkopf arremete con energía fuera de la norma.
Curiosidades son los fragmentos de "La flauta mágica" (Mozart) y de "La traviata" (Verdi), cantados en inglés. Pamina entrañable e imaginativa Violetta, hay que recordar que Schwarzkopf sacó de su repertorio a la cortesana cuando vio a María Callas en el papel. Una lástima, en verdad, porque, aunque muy distinta a la de la griega, su aria del primer acto resulta plena de modernidad. Lo mismo debe decirse de su Mimí ("La boheme"), de la que Testament entrega "Donde lieta usci": dejó de cantar el rol cuando vio en él a Victoria de los Angeles.
Un punto de interés es la inclusión de la voz hablada de Schwarzkopf, refiriéndose a las grabaciones de "La flauta mágica".
Testament también ofrece canciones sobre textos de Shakespeare, firmadas por Arne y Morley, y una larga lista de Lieder de Mozart, Schubert, Strauss y Wolf. Y es aquí donde aparece el legado. Uno que se resume en intransigencia musical, en respeto profundo al poeta y al compositor.
Juan Antonio Muñoz H.
