Estas sinfonías fueron grabadas en 1955, a comienzos de la legendaria relación del director alemán con la Orquesta Philharmonia. El magnífico sonido monoaural reprocesado de estas soberbias lecturas (la 41 "Júpiter" es una auténtica joya) permite entender por qué la carrera discográfica de Klemperer, hasta entonces errática, tomó un rumbo grandioso. La serenata Eine kleine Nachtmusik (1958, stereo) también vuela a alturas sublimes.