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A candle in the dark

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
Canciones isabelinas y música instrumental de cámara

"El alquimista", de David Ryckaert III, que fue pintado en 1634 y que se conserva en Viena, invita a escuchar este disco del Newberry Consort, conjunto norteamericano que dirige Mary Springfels y que rescata un repertorio isabelino con vínculos esotéricos y de gran valor musical.

Aquí la palabra esencial es "oculto", porque todas las obras reunidas tratan el tema del misterio, lo que no ha sido develado. "Oculto", también, porque la magia y las transformaciones - y hasta la brujería... Hécate- aparecen a la vuelta de cada página. Y "oculto", finalmente, porque muchos de los nombres de los compositores invocados se perdieron en la marisma y no llegaron hasta nosotros. Otros sí, sin embargo, y para ellos la corona no deja de tener joyas de misterio, como sucede con Campion, Picforth, Byrd y Johnson y, en especial, con John Dowland - semper dolens- que viste de tinieblas su infinita nostalgia y su dolor.

Todas las partituras están puestas aquí por algo y ese algo es a lo que apunta el título "A candle in the dark" (una luz en la oscuridad): numerología, cábala, organización de las palabras y las notas de acuerdo a los astros. Uno de los cortes más atractivos es el profundo "In darkness let me dwell" (Dowland), que tiene una antológica versión en la voz de la soprano Ellen Hargis, lo mismo que el sorprendente "Dr. Faustus", balada anónima del siglo XVI, que narra en primera persona la historia del hombre que vendió su alma. Marlowe y Goethe salen al encuentro.

El álbum es sugestivo y permite atesorar este hermoso repertorio, parte del cual ha sido explorado por los cultores chilenos de la música antigua.

Juan Antonio Muñoz H.
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