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Messiaen: "La Transfiguration de Notre Seigneur Jésus-Christ"

17 de Agosto de 2007 | 01:14 |
La importancia de Olivier Messiaen hoy. Difícil caso en esta hora turbulenta de nuestro mundo, donde lo esencial está tan descuidado.

Él, que se desvivió en las "Veinte miradas sobre el niño Jesus" o en la observación de la naturaleza, casi parece un artista de otra época y no uno del siglo XX. Sin embargo, su lenguaje es de hoy y también de mañana, y su técnica de composición, tan certera y profunda como su fe. Quizás hasta debiera lanzarse su nombre para las causas de los santos: ora et labora, que él mismo vivió como organista de la Santísima Trinidad parisiense.
El 28 de abril pasado se cumplieron diez años de su muerte (1992). El medio musical internacional lo ha celebrado con la edición de su obra en discos; entre ellos, un coffret de 7 CD con la integral de la obra para piano solo, a cargo de Roger Muraro, para la casa Accord, y la compilación fuera de serie de Deutsche Grammophon para la obra completa para órgano, con Olivier Latry detrás de la monumental empresa (6 CD).

DG también ofrece anteriores puestas en surcos para "Turangalila", dirigida por Myung-Whun Chung (con Ivonne Loroid y Jeanne Loroid); la ópera "San Francisco de Asís", con Van Dam y Dawn Upshaw, y el "Cuarteto para el fin de los tiempos", con Gil Shaham, Paul Meyer, Jian Wang y Nuevamente Myung-Whun Chung. Es este último quien está al frente de una inmejorable grabación de "La Transfiguration de Notre Seigneur Jésus-Christ", con la Orquesta Filarmónica y el coro de Radio France (2 CD, 100 minutos).
Es una partitura compleja y atractiva, creada entre 1965 y 1969 para coro mixto, siete solistas instrumentales y gran orquesta, con textos de la "Summa Teologica" de Santo Tomás de Aquino y de la Biblia (Génesis, Libro de la Sabiduría, Salmos, Mateo, Lucas, Filipenses). Una obra que concentra esa intención suya de llevar a la música la experiencia de Cristo y que resume inagotable imaginación, poder sugestivo, encuentros tímbricos, dominio de los planos sonoros (en esto la grabación es perfecta) y su búsqueda rítmica, basada en cadenas de unidades irregulares.
Que nadie piense que aquí hay letargo litúrgico; por el contrario, se trata de una pieza libre, sorprendente y jamás predecible, que involucra al auditor con un mundo sonoro novedoso. Al escuchar es posible imaginar un gran concierto combinado con un escalofriante diseño de luces: es Messiaen que predice la extensión de los misterios.

Juan Antonio Muñoz H.
EL COMENTARISTA OPINA
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