Todo el mundo sabe, y descontados unos pocos gustos más bien perversos, que el concierto para piano de Schumann no sólo es una joya de la literatura para la combinación, sino uno de los más grandes conciertos para piano de todos los tiempos. En este caso se justifica la inmensa cantidad de grabaciones desde los tiempos del 78 (nuestros primeros discos fueron con Arrau y la Orquesta de Chicago dirigida por Karl Kruger, en la década del 40), y después han venido magníficas interpretaciones; recordamos, entre otras, las de Lipatti, Richter, Pollini, Perahia y Bishop-Kovacevich.
Ahora tenemos a la argentina Martha Argerich, una intérprete que, salvo algunos excesos, consideramos una estupenda ejecutante en el repertorio que va de los clásicos hasta los compositores contemporáneos. Como siempre, es impulsiva y nerviosa, técnicamente deslumbrante y, en este caso, poética en el Intermezzo.
El Concierto para violín no ha tenido la suerte del anterior, por razones obvias: es muy inferior. Así y todo, es Schumann, de modo que no debe despreciársele, y aquí la Argerich debe competir con Sviatoslav Richter, nada menos. Kremer lo había grabado en 1982, con Muti, y ahora supera su anterior performance. Harnoncourt es un director que está grabando mucho en el último tiempo, lo que es comprensible, pues es uno de los verdaderamente importantes de la época, aunque casi siempre sus interpretaciones se prestan para la polémica; en este caso, especialmente en el último movimiento del concierto para violín, casi exasperantemente lento. La Orquesta es buena, pero las hay mejores. Grabado en 1992 y 1994. Un disco compacto Teldec. DDD