El ejercicio comparativo, más que odioso, en este caso es un acto necesario. La intérprete y ahora debutante compositora lo tiene muy claro e, incluso, lo auspicia. "Sabía que iban a mirar mi disco con lupa", ha dicho hasta el cansancio, pero ya se darán cuenta de que mis puntos cardinales no apuntan hacia atrás. Y vaya que tiene razón.
Porque si hay algo definido en el primer intento en solitario del tercio femenino de un grupo leyenda dentro de la escena hispana, es precisamente su dirección. Un rumbo que, jugando con los medios tiempos y esos arreglos orquestales emparentados con la factura de la balada romántica latina, ha llevado a Ana Torroja por los caminos de la quietud. Por los senderos del reposo rítmico y las confesiones textuales. Por el relajo después de toda esa marcha que, junto a José María y Nacho Cano, comenzó a principio de los '80 como alma y voz del grupo Mecano.
Aquí, en medio de ambientales arreglos de cuerdas y de unas sutiles bases electrónicas, la española asume el poder del discurso compositivo sólo en tres canciones del álbum. Y lo hace para clamar por añoranzas básicas ("No estás"), para coquetear con fábulas sazonadas con elementos afro ("Cómo suenan las sirenas") y para susurrar como cita de fogón ("Deja que llueva"), todos momentos íntimos y donde queda claro que su pluma todavía puede dar más.
En el resto del disco, canciones escritas y musicalizadas por diferentes autores, Ana Torroja cumple más notablemente con su histórico papel de narradora cuando las revoluciones se aceleran. Sólo un poco. Al momento de explotar su dulce registro para intentar algo de un adulto dance-funky ("Como tú", compuesto por Danato Poveda, del dúo Donato y Estéfano) y para remojar tensiones con una lúdica historieta en formato de trabalenguas ("Tal para cual").
Los "Puntos Cardinales", de Ana Torroja, no miran al pasado, estamos de acuerdo, pero brillan mejor cuando tienen el tiempo necesario para voltear.
Apenas los grados suficientes para rozar de lejos la estética Mecano, en intención y actitud, en entrega y en soltura. Y eso, después de 15 años de carrera con una banda de personalidad fuerte, lógico, no se puede borrar a la primera. Tampoco la verdad, nadie quiere que lo haga.
Pablo Márquez